—¿Qué piensas? —me preguntó Josh.
Yo me volví sobre la cama, sintiendo las suaves sábanas acariciarme el cuerpo desnudo. Lo miré a los ojos y sonreí al sentir su sincera curiosidad.
Mi marido me observaba de forma analítica, como tenía por costumbre cuando yo me perdía en el silencio de los pensamientos. Siempre intentaba llegar a mi mente cuando entraba en esos estados de profunda meditación, a los que estaba tan habituada desde los doce años.
—En todo lo que me espera ahora —confesé, y llevé mi mano hasta su definida mandíbula, siempre afeitada, para sentir su firmeza.
—No debes temer, estoy contigo —respondió, buscando mi mano con sus labios, para besarla con dulzura.
—Lo dices porque para ti es fácil, pero yo dejé mi vida atrás, entera, mi gente, tantos muertos, mi cultura... tan recientemente —y me detuve al quebrarse mi voz, en ese momento.
Él se acercó a mí, se elevó sobre mí, obligándome a tumbarme sobre la cama de nuevo, y, sin decir nada, me besó en los labios, con una ternura que no mostraba cuando me hacía el amor, cada noche desde que nos convirtiéramos en marido y mujer.
—Lo siento, Casíoke —susurró él, mirándome a los ojos—. Te juro que, por no verte sufrir como lo haces, en silencio, volvería a ese naufragio y pediría al mar que me hundiese en el fondo.
—¿Crees que nuestro encuentro fue lo que cambió todo? —pregunté atormentada, buscando consuelo para mi alma.
—No, mi amor, aunque a veces yo también me cuestiono —respondió con suavidad, y me acarició el rostro, mientras seguía sobre mí—. Estoy convencido de que habrías hecho lo posible por salvar a los supervivientes, aunque yo no estuviera entre ellos, porque es tu naturaleza.
—Ese naufragio lo empezó todo...
—No, Casíoke, no tenemos el poder de cambiar nada. Era el destino de Iljenike, y habría ocurrido tarde o temprano. Tenemos que convencernos de ello, los dos.
—¿Cómo puedes decirlo con esa frialdad?
—Porque me he rendido a la idea de que la naturaleza humana busca el sufrimiento —respondió de nuevo con indolencia, y se volvió sobre su espalda para tumbarse sobre la cama.
Yo me elevé y fui en su búsqueda. Ya fuera por el miedo que sentía y trataba de ocultar, o por lo mucho que lo amaba, o necesitaba, lo busqué, echándolo de menos en el momento que se separó de mí. No queriendo alejarlo de mí, dejé a un lado el tema, y me concentré en sentirlo, en excitarlo.
Comencé a recorrer su ancho pecho con besos largos, sinceros, y con mi mano diestra busqué su entrepierna, su poderoso miembro, que al momento despertó ante mi contacto, al tiempo que lo hacía una exhalación de gozo de su garganta. Cerró los ojos y me dejó hacer, mientras mi propio cuerpo despertaba a lo que yo hacía con él.
Atrevida, fui a buscar con la boca lo que mi mano comenzó, y su exclamación de sorpresa y placer fue música para mis oídos. Me esforcé en complacerlo, hasta que él, ya tremendamente excitado, me obligó a volver hacia él, con implacable ademán.
—Me vuelves loco, Casíoke —dijo ronco, mientras atraía mi rostro hacia él con ambas manos, y me besaba con pasión, atrapando mis labios con los suyos, buscando mi lengua con la ansiedad del sediento.
Con suavidad, pero firmeza, me obligó a tumbarme boca abajo sobre las sábanas que nos arropaban cada noche, y que cada día cambiaban quienes nos servían, siempre empapadas de nuestro incontrolado deseo.
Ansioso, me abrió las piernas, me sostuvo con firmeza las nalgas, se echó sobre mí, y entró dentro de mí, imperioso, como soberano de mi templo, pues este, cuando él me hacía suya, ya no me pertenecía. Josh disponía de mí a su antojo y a su manera, pero yo me sentía alagada, feliz por ello. Feliz por el deseo que demostraba hacia mí, feliz de poder agradarlo con mi cuerpo y mi propio anhelo.
![](https://img.wattpad.com/cover/376979059-288-k555911.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La última sacerdotisa --COMPLETA--
RomanceCasíoke había nacido para ser sacerdotisa en un templo ancestral, en una isla tan lejos del mundo, que ella no se imaginaba otro posible, hasta que un naufragio junto a las costas de su hogar la llevaría a salvar al hombre que le estaba prohibido, c...