Jack

10 1 0
                                    

Una semana trabajando codo con codo con ella y ya me está volviendo loco. No en el sentido malo de la palabra, al revés. Rider provoca algo en mi, no sé cómo lo hace pero consigue que no deje de pensar en ella ni un puto momento.

Esta semana he aprovechado para ayudarles a Harry y Ross con sus entrenos. Querían salir a correr, por lo que me ofrecí voluntario para ir con ellos. No he podido contenerme y me he visto obligado a hablarles de ella. No sólo cómo la nueva trabajadora del club, a la que obviamente han ido a ver en cuanto mencioné. También tuve que hablarles del efecto que tenía en mi. De todo lo que me hacía recordar.

Joder esa chica, en cinco días me ha hecho recordar mi infancia entera y no sólo eso. Me ha hecho recordar el último verano que nos vimos, ese que me he echado en cara mil veces. Aunque ella no parece recordarlo, yo me sigo sintiendo cómo un gilipollas.

El viernes durante nuestro paseo con Triana, no podía dejar de pensar en lo fácil que es picarla. Eso no ha cambiado. Sigue siendo la misma enfadica que cuando tenía 14 años.

Cuando la vi sentada en aquella roca me pareció tan frágil y solitaria que no pude evitar acercarme con la excusa de hablar de los caballos.

No sé en qué momento acabé tan cerca de ella, sólo podía mirar sus ojos, esos hipnotizantes ojos verdes que me tenían tan cautivado. Parecía cómoda con nuestra cercanía y eso me gustaba. Quiero que esté cómoda conmigo.

-¿Y ahora sabes lo que quieres? -No pude evitar preguntarle.

Espero qué no se haya dado cuenta de mi doble intención al hacer esa pregunta pero cuando la vi negar con la cabeza, supe que debía alejarme de ella. Al fin y al cabo ella no está disponible.

Fue fácil convencerla para montar a caballo, casi igual de fácil que hacer que se enfade. Le ayude a subir encima de Triana intentando estar lo más sereno posible a pesar de nuestra cercanía. Una vez que estuvo arriba pude verla sonreír. Sonreír de verdad, no cómo cuando agradece algo con una sonrisa de cortesía. No. Eso no es real. Esto sí lo era y yo no podía estar más feliz de verla así.

Después de observarla un rato trotar a través de la pradera le sugerí volver a la hípica. Ella seguía encima de Triana y yo sólo me aseguraba de estar lo suficientemente cerca por si necesitaban algo alguna de las dos.

Ese día, de camino al establo me llamó Jackie. Hacía años que sólo una persona me llamaba así, y cuando lo hacía mi madre no podía evitar poner los ojos en blanco. En cambio, en los labios de Rider, aquel mote infantil me encantaba.

Ese día también me dio un beso en la mejilla y yo no supe reaccionar. No hice nada más que quedarme ahí plantado con el calor de sus labios en mi moflete. 

INEVITABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora