INEVITABLES

Caroline

Los primeros 5 días en New Haven han sido cómo me esperaba. Aburridos y llenos de muchas preguntas sin respuesta. El abuelo casi siempre estaba fuera de casa, lo que me permitía moverme con tranquilidad por la morada en la que en su día veraneaba. Raeni se había acostumbrado ya a su presencia, de hecho por las mañanas salía todos los días con él para alimentar a las gallinas y luego le acompañaba a hacer el desayuno. Nunca ha tenido la figura de un abuelo en su vida ya que los padres de Aiden viven en Jamaica y no pueden venir a EEUU por temas de visado y dinero. Es evidente que el abuelo le agrada, he de decir que sorprendentemente es cariñoso con ella, al igual que lo era conmigo en mi niñez.

En lo que a mi se refiere pues casi me ignora, o eso creo. No es que no me hable o algo, simplemente no le da importancia a lo que hago o dejo de hacer, es cómo si no se acordase de que estoy en su casa. Tampoco lo veo cómo algo malo, cómo he dicho anteriormente, se que ha sido una persona ausente en mi vida y no creía que por pasar aquí tiempo empezase a formar parte de ella de un día para otro.

Annie ha pasado por aquí todos los días después de trabajar, por lo visto hace años abrió un restaurante en el pueblo cerca de su casa, cada vez que termina ahí se acerca a ver si necesitamos algo. Ayer incluso llamó a mamá conmigo para saber cómo les había ido el vuelo. Se nota que se echan de menos, pero aún así me sorprende que mi madre durante tanto tiempo no tuviese la necesidad de ver a su mejor amiga.

Mañana es un día importante, Raeni está nerviosa. Va a comenzar en un cole nuevo y quiera o no es algo que la asusta. La he visto cambiar de opinión sobre su ropa para el colegio en tres ocasiones diferentes, quiere causar una buena impresión. Ser nueva nunca es fácil y más para ella. En los pocos días que llevamos aquí se ha podido dar cuenta que es la única niña negra que hay en todo el pueblo. Y mira que es difícil en un sitio dónde hay casi 500 habitantes, pero muy a nuestro pesar ella es la excepción.

Mañana también comienzo a trabajar. No sé realmente lo que va a suponer para mi. Hasta ahora no lo había pensado siquiera. En Chicago he trabajado, al principio comencé cómo niñera, cuidaba de la hermana de Cody cuando todavía íbamos al instituto. Años más tarde, cuando ya estaba en la universidad empecé a trabajar en un bar del campus. Era mi excusa perfecta para faltar a clase, ahí me di cuenta que no quería seguir con la carrera. Prefería estar sirviendo cervezas a adolescentes borrachos que estar en una clase. Mamá se enfadó cuando lo dejé, pero creo que siempre supo que Economía no era lo mío.

Desde entonces me han dejado a mi aire, he hecho un poco lo que me ha dado la gana. Había ahorrado suficiente dinero cómo para irme con Cody de vacaciones. No fuimos muy lejos, alquilamos una cabaña en el lago Michigan dónde pasamos una maravillosa semana los dos solos disfrutando el uno del otro. Cuando volví a casa mi madre ya tenía la oferta del viaje a África en su cabeza y sin que yo lo supiera empezó a maquinar un plan sobre cómo alejarme de mis amigos y mi novio por medio año.

Sueno dramática, lo sé. Pero cuando estás acostumbrado a tu vida, a tu gente, irte a un lugar que no es tu hogar es extraño.

-No estés nerviosa por mañana peque. Todo saldrá bien.- Le aseguré a mi hermana mientras le peinaba el pelo indomable.

-¿Y si no me gusta el cole, podremos volver a casa?

-Raeni, sabes que no podremos volver hasta que mamá vuelva de África...

-Pero yo echo de menos nuestra casa...

-Yo también la echo de menos pequeña. Pero aquí te lo estás pasando bien con el abuelo ¿no?

-Sí, el abuelo me gusta. Me ha dicho que me va a enseñar a montar a caballo un día de estos.

-¿Enserio? Wow... Pero para eso tendrás que quedarte aquí, en Chicago no tenemos caballos... -le recordé mientras pensaba en nuestro piso.