Han pasado dos semanas desde nuestro viaje a Nashville. Cómo era de esperar Harry también se clasificó en el podio. No consiguió el primer puesto, pero por lo menos había conseguido batir sus tiempos. La vuelta de casa la hicimos de forma diferente que la ida.
Los chicos vinieron en el coche con Jack y conmigo. En cambio Annie y mi hermana fueron con el abuelo.
Durante el viaje de vuelta intenté distraerme hablando con los gemelos para no pensar en las palabras que me dijo Jack en nuestra habitación de hotel. He de reconocer que tampoco estaba funcionando mi plan del todo bien cuando a Harry se le escapó sin querer que habíamos compartido cama, cosa que Ross no sabía y aprovecho a vacilar un buen rato con ese tema.
Hablamos de muchas cosas. Obviamente la principal era un resumen de todas las carreras que habíamos visto a lo largo del fin de semana. Comentamos con los chicos las apuestas que tuvieron lugar en el hipódromo. También mencionamos la mejora física de Tango, quién hasta el año pasado no conseguía hacer buenos tiempos. Hablamos de Betty y Railey, en lo mucho que sintieron no acompañarnos. Les conté sobre mi nueva tradición con Betty de tomar batidos los miércoles y ellos se ofendieron muchísimo por no ser parte del club de chicas. Incluso discutimos sobre qué serie es mejor, Friends o Cómo conocí a vuestra madre.
Pero aún así, a pesar de todas las cosas que hablamos, en el momento en el cuál nos quedamos parados en un atasco en la I65 dirección norte, no lo pude evitar y pensé en Jack.
No pensé concretamente en él. Pensé en la forma en la qué nos despertamos la mañana del domingo. Pensé en el calor que irradiaba su pecho contra mi mejilla mientras él dormía plácidamente. Pensé en sus brazos aferrándose a mi con fuerza mientras yo descansaba sobre su cuerpo. Pensé en cómo me sentía mientras me despertaba abrazada a él. Porque sorprendentemente, en esa cama de hotel, abrazada a Jack me sentí libre, me sentí llena, me sentí cómo en casa.
No supe explicarme a mí misma esta sensación. Y creo que a día de hoy sigo sin poder saber cómo hacerlo. Creo que intento no pensarlo, porque me da miedo la conclusión a la que puedo llegar.
Cody, mi novio. Que por cierto a parte de haber jugado su segundo partido con el equipo y ganarlo está empezando a cobrar más dinero. Lo que significa que no va a tener ningún problema en costearse una pensión si viniese a verme a New Haven. Obviamente esto no lo pienso yo, son palabras suyas. Asegura que en cuanto le den dos días seguidos de descanso en sus entrenos, piensa coger el primer avión dirección Louisville.
-Entonces ¿no has pensado qué hacer cuando vuelvas a Chicago? -preguntó Betty mientras terminaba su batido de Vainilla.
-No paro de pensar en ello amiga. Y sigo sin tener respuestas a esa pregunta, por mucho tiempo que pase.
-Tiene que haber algo que te guste hacer, a ver ¿qué hacías cuando ibas al instituto?
-Nada... Bueno entrenaba con las animadoras. Pero cómo comprenderás no puedo seguir siendo animadora fuera del instituto...
-Eso es obvio. ¿Sonará a mala amiga si me cuestiono tus habilidades de animadora por tu torpeza?
-Sonará a qué vas a pagar tu los batidos por lista... -reproché poniendo los ojos en blanco.
-¿Y la fotografía? Seguro que has aprendido algo de tu madre en todo este tiempo...
-Mi madre no deja que nadie se acerque a sus cámaras de fotos... Dice que son demasiado delicadas para alguien que rompe las cosas sólo con mirarlas.
-¿Y qué tal se te dan los niños? A lo mejor podrías trabajar en una guardería o en un colegio, cómo ayudante de los profesores, cómo hago yo en el cole de tu hermana.

ESTÁS LEYENDO
INEVITABLES
RomanceDespués de 8 años Caroline viaja al pueblo de su madre para vivir con su abuelo. Seis meses en New Haven junto con su hermana pequeña serán suficientes para poner su vida patas arriba. Una casa nueva, un nuevo trabajo, nuevos amigos y Jack Burrows...