INEVITABLES

Jack

Las cenas de los viernes en casa del señor Evans ya eran una costumbre. Era agradable pasar el rato todos juntos. A mi me gusta estar con la familia y siempre me ha dado la sensación que Rider no está acostumbrada a ello realmente.

Cuando escuché a Raeni preguntar por un chico, no pude evitar ponerme celoso. Yo soy consciente que ella tiene novio en Chicago, pero aún así escuchar que tiene planes de traerlo aquí de visita me afectó más de lo que me gustaría admitir.

Supongo que ese fue el motivo por el cuál aproveché la oportunidad para meterme con ella por el cliché que formaba junto a su novio. No pude quitarme durante un buen rato la imagen de ella vestida de animadora animando a su novio en los partidos.

Después de marcharse ella de casa dando un portazo todos nos quedamos en silencio. Hasta que no vi a mi madre morderse los labios conmocionada por la discusión no tomé la decisión de ir a buscarla. La encontré dando vueltas cerca de la hípica y a pesar de su insistencia en querer estar sola, acabó subiendo al coche conmigo.

Una vez que llegamos a la colina no sólo la observé ponerse mi sudadera, también la observé mientras ella miraba el cielo estrellado siguiendo mis peticiones. Estaba tan guapa bajo las sombras de la noche.

En aquel momento me sentí muy cerca de ella, cuando se sincero conmigo. Me reconoció lo que le duele de la actitud de su abuelo, y aunque no estuviese en todo de acuerdo pude entenderla. Quise mostrarle mi apoyo, quise ser su consuelo y mientras estábamos tumbados mirando al infinito cielo de encima nuestra acerqué mi mano hacia la suya. Me sorprendió ver que no se apartaba. Ella estaba igual de cómoda conmigo, cómo yo con ella.

Dejé que se desahogará junto a mi, con nuestros meñiques agarrados, formando una promesa.

Aquella noche, fue la primera noche que la invité a dormir en mi casa.