Caroline

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En algún momento de mi vida lo olvidé. Olvidé la adrenalina que corre por tus venas cuando vas en una moto. Olvidé la sensación de velocidad que roza tu cuerpo mientras el aire te golpea en la cara. Olvidé lo mucho qué me gusta una moto. No una cualquiera, si no una Herley.

Michael condujo con rapidez hasta las afueras del pueblo. Se paró en un mirador junto a la carretera que guía hacia Louisville. Me imaginé que no quería perder el tiempo, sabía que si no me convencía lo que me contaba no iba a regalarle ni un segundo más.

-¿Estás bien? Si te has mareado o algo tengo bebidas energéticas en el equipaje.

-Estoy bien. -aseguré mientras me dirigía a la valla del mirador.

-Supongo que el que me ha llamado chusma es el famoso sargento del que siempre hablaba tu padre. -Río acercándose a mi.

-Sí, el mismo... Perdona por eso.

-No pidas perdón por algo que no has dicho tú.

-Ripper el tiempo corre... -Le recordé mientras le daba la espalda al barranco que había debajo del mirador.

-Cierto, ¿por dónde quieres que empiece?

-Por el principio.

-Ya sabes cómo entré al club. Mi padre formó parte de él antes que yo. -dijo buscando una confirmación por mi parte. -Cuando mi padre murió, él tuyo fue quién se aseguro que a nosotros no nos faltase de nada en casa. Cuando tuve 16 años empecé a hacer trabajos sueltos para el club, cómo forma de pago para tu padre por todo lo que hacía por mi familia. Mi madre sabía de dónde venía el dinero y cómo ella era una de las viudas del club no le importó, de hecho si lo pienso bien creo que le gustó que siguiese los pasos de mi padre. Esa era nuestra forma de vida...

-Ripper ¿Qué tiene eso qué ver conmigo? -pregunté interrumpiendo su relato.

-Shhh, déjame seguir por favor. Cuando iba al bar de tus padres para cobrar, veía a los del club, con las chupas, las armas y cara de mala hostia... Y eso me encantaba Caroline, quise ser así, quise ser cómo ellos. Y luché mucho para conseguirlo. Cuando tu padre me ofreció la chupa, juré que era el día más feliz de mi vida. Durante los primeros meses me di cuenta que para los viejos yo sólo era el novato de los recados. A día de hoy lo entiendo, en su día me jodía... Y ahí es cuando apareciste tú. Yo te conocía de antes, te había visto algunas veces con tu padre, pero ese día fue la primera vez que te vi de verdad. Estabas en el bar con tu padre. Estabas sentada en la barra, junto a ti, tu padre sujetaba una chupa mucho más grande que tu cuerpo de niña de once años. Bobby y tu padre sonreían borrachos mientras te ponías la chupa en la espalda. Y te juro que ese día tuve claro que cuando crecieras formarias parte del club junto a mi. Pensé que seríamos de los más jóvenes pero estaríamos juntos en ello. Esa idea fue la que me hizo seguir luchando. Esa ilusión tonta que se formó en mi cabeza de adolescente provocó mi necesidad de acercarme a ti. Empezaste a frecuentar el bar y te veía más a menudo. Fue más fácil estar a tu lado y que confiaras en mí cuanto más te veía. Hasta la primera vez que te vi llorar no fui consciente que hubiera hecho cualquier cosa con tal de verte sonreir. Los años pasaban y tu y yo estábamos cada vez más cerca, confiabas en mí, nos volvimos muy cercanos y ahí supe que me estaba pillando. Me jodía mucho, porque sabía que hasta que no crecieras lo nuestro era imposible, pero yo tenía fe de que algún día tú también te fijarías de esa forma en mi. Sabía que podíamos tener una relación cómo la de mis padres o la de los tuyos...

-Creo que mis padres no son el mejor ejemplo de una relación... -añadí de manera irónica ante su declaración.

-No, no lo son. Pero para mí aquello es mi vida, lo que conozco y quiero para mi... La primera vez que nos besamos yo supe que aquello lo cambiaba todo. Después de ese beso, yo quería más. Yo no era un santo, ya hacía mil guarradas por ahí, pero contigo era diferente. Quería cuidarte, quería estar para ti, quería ser tu todo. Nuestra primera vez no fue cómo lo había imaginado, para nada lo fue. Tu lo pasaste mal y tardamos bastante en conseguir que disfrutarás un poco de aquello... Aún así yo quería intentarlo, quería ser para ti lo que tú eras para mi. Quería que soñarás con aquel futuro que yo veía en nosotros. Por eso cuando tu padre nos pilló, actué de forma desesperada.

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