Jack

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Dormir a su lado todo el fin de semana ha sido complicado. Rider ya había dormido en mi casa, pero aquellos días yo insistí en dormir en el sofá. Esta vez teníamos que compartir cama. Algo íntimo, muy íntimo.

La primera noche no pude evitar preguntarle por su padre. Después de hablar del mío en los establos quise saber en qué punto estaba la relación con el suyo. Realmente sabía muy poco de cómo se separaron sus padres, mi madre me contó algo muy por encima cuando pasó. Por el pueblo se oían todo tipo de rumores, pero yo no era de los que escucha las lenguas envenenadas.

La pobre acabó llorando y yo me arrepentí de sacar el tema. Aunque poder consolarla entre mis brazos fue agradable, volví a sentir que me necesitaba.

El día de la primera carrera no pude aguantar más, el alcohol que habíamos bebido me activó la curiosidad. Quise saber si le quería, a aquel chico del club. No sé muy bien la razón por la que necesitaba saberlo, pero acabé soltando todo cuando ella menos se lo esperaba.

No le quería, o eso piensa. Yo creo que sí lo hizo, compartió con él un momento demasiado especial, demasiado íntimo.

También ella estaba llena de curiosidad y le acabé contando lo desastrosa que fue mi primera vez cuando ella me lo preguntó.

No sé en qué momento le reconocí que me arrepentía de haber preguntado la edad con la que perdió la virginidad, eso la hizo llorar. Otra vez, ya son dos noches seguidas las que la he hecho llorar estando conmigo en la cama.

Tardé en conseguir explicarme.

Yo no pensaba mal de ella por aquello. Al revés, aquello me jodía. Y se lo reconocí, le reconocí que en aquel momento, aquel verano me hubiese gustado ser yo con quién tuviera su primera vez.

Le reconocí por primera vez en voz alta que ella a sus 14 años me volvía loco.

Aunque me callé lo de que seguía siendo así ahora que tiene 22 años.

INEVITABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora