Decir que me arrepiento de aquel beso con Jack sería mentirme a mí misma. Incluso sabiendo que no debería haber pasado, que no está bien por mi parte hacerlo, no puedo decir que me arrepiento.
Ese beso no se parecía a nada de lo que había experimentado antes.
Puede que sea por el hecho de que Jack y yo somos amigos o porque nos conocemos desde bien pequeños. Puede que simplemente sean imaginaciones mías y simplemente fuera cosa del momento. Sea como fuese, sólo estoy segura de una cosa.
Esto no puede volver a pasar.
Me he pasado la noche entera dándole vueltas a la cabeza. No era capaz de explicarme a mí misma porque había besado a Jack.
Agradecí que él no quisiera hablar del tema cuando estábamos volviendo a casa, el camino lo hicimos en silencio. Sólo que este, a diferencia de todos los demás, sí fue incómodo.
Cuando llegué a casa, pensé que era buena idea echarle la culpa al alcohol para poder justificar mi actitud. Pero el hecho de que lleve 3 meses emborrachandome con él las tardes-noches de los sábados y nunca haya ocurrido esto hasta ayer me delataba. También pensé que a lo mejor era porque en el fondo estaba decepcionada con Cody. Mi novio ni siquiera se había acordado de mi cumpleaños y aunque intente fingir que no me duele, lo hace. Entiendo que su vida está cambiando de forma muy rápida e inesperada, pero aún así me duele.
En cierto momento de la noche me llegué a plantear si ese beso había significado algo para Jack. Quise creer que en realidad él no me quiso besar, que le sorprendió demasiado lo lanzada que fui al juntar nuestros labios. Pero en el fondo, era consciente que Jack me devolvió el beso, lo hizo al momento de sentir mi mano en su mejilla. No tardó en colocar la suya detrás de mi nuca para acercarme más a él.
Esa noche yo no besé a Jack.
Esa noche nos besamos.
Puede que el sentimiento de culpa que tenía en el fondo de mi estómago me obligó a creer que todas las emociones que sentía mientras besaba a Jack eran cosa del momento especial que estábamos viviendo.
La noche estrellada, el pueblo iluminado por la luz de la luna, la nieve cayendo por primera vez desde la llegada del invierno. Fue un momento mágico.
Me convencí de ello a plena consciencia, hasta que por fin pude dormirme.
-¡Caroline! ¡Caroline! despierta, ha nevado. -Gritó mi hermana mientras saltaba encima de mi cama.
-Déjame, Raeni, sal de aquí... -supliqué con la voz ronca.
-¡Caroline! No me estás escuchando, que ha nevado. Vamos a hacer un muñeco de nieve... ¡Corre!
-¿Qué hora es? -Gruñí de nuevo.
-Es hora de que te levantes Caroline. -Dijo de pronto la voz del abuelo desde la entrada de la habitación. -Si eres mayorcita para beber y volver a las tantas de la madrugada, también lo eres para asumir las consecuencias al día siguiente.
Después de esto procedió a destapar las cortinas de mi habitación y juro por lo que más quiero que le quise matar. La luz me irritaba mientras sentía un martilleo constante en el interior de mi cabeza.
Joder encima tengo resaca, pensé para mis adentros.
-Ven mira Caroline... -pidió mi hermana mientras tiraba de mi mano para levantarme de la cama.
En cuanto me asomé a la ventana mis ojos alucinaron. Todo el jardín trasero de la casa de mi abuelo estaba blanco, todo lleno de nieve. Estuve casi toda la noche despierta y aún así estuve tan metida en mis propios pensamientos que ni siquiera me percaté de que seguía nevando.
Tardé unos quince minutos en vestirme, normalmente soy más rápida pero cada vez que hacía un movimiento brusco mi estómago parecía estar a punto de salir por mi boca. Y eso era algo que quería evitar.
Raeni ya estaba abajo, con sus botas impermeables y un gorro rosa esperándome para salir a la calle. No paraba de dar saltitos toda emocionada. No me molesté ni en desayunar, no quería tentar a la suerte y llegué a la conclusión que cuantas menos cosas tenga dentro de mí menos probable era vomitar.
En cuanto pusimos un pie en el porche de mi abuelo pudimos ver la cantidad de nieve que había caído. Estoy segura que en algunas zonas, me llega por las rodillas.
-¡Vamos a hacer un ángel! ¡Y un muñeco de nieve!
-Vale, lo haremos pero por favor no grites. -supliqué a mi hermana.
Una hora después, un muñeco de nieve coronaba el jardín delantero de mi abuelo. He de reconocer que nos había quedado genial, a pesar de mis malas habilidades artísticas. Puede que el mérito fuera más de Raeni que mío.
Después de ir corriendo a la cocina y traer una zanahoria para poner la nariz de nuestro muñeco, Raeni comenzó a hacer bolas de nieve y a tirarlas hacia mí mientras corría intentando que la persiguiera. No iba a tentar tanto a la suerte y pensaba volver a casa antes de empezar a encontrarme peor por la resaca cuando una bola de nieve me golpeó en la espalda.
-¡Renacuaja! A por ella, ¡vamos! -escuché gritar la voz de Jack mientras mi hermana corría a toda prisa en mi dirección formando una bola de nieve.
No me quedó otra que luchar, esto era la guerra.
Comencé a recoger toda la nieve que podía en mis manos para formar las bolas y tirarlas contra mi hermana y Jack, estaba claro que no iba a ganarles. Por mucho que mi hermana pequeña estuviera en el equipo de Jack, él seguía teniendo mejor puntería que yo, obviamente. Aunque he de decir que en algún que otro momento me planteé si Raeni no había cambiado de bando ya que la vi tirar alguna que otra bola hacia Jack.
Después de estar más de 20 minutos recibiendo golpes por todos lados, decidí ir a muerte. Obviamente no contra mi hermana, si no contra Jack quién acertaba la mayoría de sus tiros hacia mi persona. Salí disparada corriendo hacia él mientras gritaba y tiraba la nieve que había quedado entre mis manos. No se lo vió venir. Y cómo tantas veces he visto que hacían mis compañeros de instituto jugando al fútbol hice un placaje memorable. Jack acabó en el suelo conmigo encima de él riendo cómo dos niños pequeños.
Raeni no tardó ni dos segundos en venir a tirarse encima de nosotros.
No recuerdo cuánto tiempo hacía que reía tanto. Tampoco recuerdo cuándo fue la última vez que jugué en la nieve. Los inviernos en Chicago no suelen ser tan divertidos. El ayuntamiento despeja las calles rápidamente y la poca nieve que queda en los parques se pone fea. A mis amigos tampoco les gusta hacer el tonto en plena calle, ellos son más de hacerlo en casa o de fiesta en algúna discoteca, por lo que sí hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto.
-¿Estamos bien Jackie? -pregunté cuando nos quedamos solos esperando a Raeni quién había ido a pedir un trineo a mi abuelo.
-¿No te parece que estemos bien?
-No lo sé. Es todo tan...
¿Confuso? -preguntó leyéndome la mente.
-Exacto.
-Estamos bien Rider. -dijo agarrándome de la mano y dándome un abrazo.
![](https://img.wattpad.com/cover/377604218-288-k314365.jpg)
ESTÁS LEYENDO
INEVITABLES
RomanceDespués de 8 años Caroline viaja al pueblo de su madre para vivir con su abuelo. Seis meses en New Haven junto con su hermana pequeña serán suficientes para poner su vida patas arriba. Una casa nueva, un nuevo trabajo, nuevos amigos y Jack Burrows...