Caroline

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-¿Cómo es jugar en un equipo tan grande? -preguntó con amabilidad Annie mientras me pasaba la ensalada que trajo para mi, de su restaurante.

-Es un sueño hecho realidad, hay que sacrificar mucho pero merece la pena. -Aseguró él con voz firme.

-¿Me vas a invitar a tus partidos? -Siguió Raeni.

-No me atrevería a no hacerlo... Tu hermana y tu vais a estar en todos ellos en primera fila. Cómo antiguamente. -Añadió acariciando mi espalda.

Gesto que no pasó desapercibido para mi abuelo y pude notar su mirada clavada en la mano de Cody cómo si quisiera arrancarla. Era la primera vez que tenía que lidiar con una escena así. En Chicago no hubo una presentación tan formal de mi novio a la familia, realmente ya se conocían de cuando éramos amigos. Asique cuando empezamos a salir, nunca hubo una situación incómoda ni sermones sobre lo que podemos o no hacer. Creo que ahora tampoco estarían bien vistos teniendo en cuenta que tengo 23 años. Aún así me sentí pequeña y tuve la necesidad de moverme para cortar el contacto con Cody.

-¿Lo de mañana sigue en pie? -le pregunté a Jack intentando que me prestará atención, desde que había llegado a la cena no había hecho otra cosa que hablar con mi abuelo o mi hermana.

-Claro, contaba con que quisieras presentar a tu novio a nuestros amigos. -dijo de forma seca y algo irónica.

No entendía del todo que era lo que le pasaba a Jack, quise pensar que tenía un mal día. Quise creer que había discutido con los gemelos por alguna razón o que simplemente no le apetecía hablar. Pero en el fondo de mí había algo que me decía que a Jack no le gustaba que Cody estuviera aquí. Puede que sea porque le recuerda a que yo no pertenezco a su mundo si no a Chicago, puede que simplemente no le cayese bien Cody, o puede que fuera por nuestro beso. Aquel beso que por mucho que lo queramos ocultar cambió algo en nosotros y nos removió por dentro.

-¿Tienes un plan B? Ya sabes por si lo del fútbol no funciona... -preguntó mi abuelo muy serio mirando a Cody.

Así se pasaron toda la cena, mi abuelo preguntando y Cody respondiendo. No podía negar que lo estuviesen intentando, ambos en realidad. Pero por mucho que quisiese yo no podía ni siquiera estar pendiente de Cody, ni de sus muestras de cariño que más que agradarme me incomodaban cómo nunca antes, ni siquiera de lo descarado que sonaba mi abuelo en algunas preguntas. Mis ojos buscaban continuamente a la persona que se encontraba enfrente mío. Buscaba a Jack. En cada palabra que decía, cada gesto que hacía, toda yo lo buscaba porque por primera vez desde que volví al pueblo no tenía su atención puesta en mí y eso me hacía sentirme vacía.

-Por cierto Caroline, mañana vas a entrenar con Jack. Yo tengo que resolver un par de asuntos. -anunció el abuelo. -Puede ir tu novio sí así lo deseas. -añadió después de un silencio incómodo.

-Me encantaría ir, aunque he de decir que no le veo mucho sentido a eso de montar a caballo. -Me dolió ese comentario más de lo que sería capaz de admitir.

-Lo importante es que se lo vea Rider... -comentó Jack irónicamente.

Y así cómo dijimos durante la cena, iba a entrenar con Jack. Me había recogido a las 15 de la tarde, justo después de comer. Habíamos quedado con Cody en el hipódromo por lo que debería de estar ya ahí, aunque conociéndole llegaría tarde.

Cómo no me equivoqué, Jack y yo empezamos el entrenamiento. Me centré por completo en las órdenes de Jack. Era diferente a mi abuelo. Su tono seco y hostil había desaparecido y se parecía más al Jack que yo conozco. Me hizo reír en varias ocasiones cuando soltaba comentarios propios de mi abuelo con tono de burla. Y sobre todo, me dio mucha confianza. Me inspiró, me alentaba con cada paso que daba encima de Trueno. Por primera vez en mi vida yo no era la animadora si no la animada. Me encantó esa sensación y es que Jack supo en todo momento todo lo que debía decirme para conseguir que lo hiciera mejor. Y así fue, supere mis tiempos, lo hice con mucha diferencia de segundos por lo que sentí que el entrenamiento había sido un éxito cuando me bajé de Trueno y vi a Jack corriendo hacia las puertas del hipódromo para darme un abrazo cálido y esperanzador.

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