Febrero acababa de llegar. Y junto a él los días más soleados. El frío era evidente, pero el sol nos acompañaba por las mañanas y eso era de agradecer. Había vuelto a trabajar hacía una semana. El médico me indicó que mi tobillo estaba en perfectas condiciones y gracias a ello pude volver a incorporarme. Estaba deseando volver al trabajo, no sólo porque se me hacían eternas las mañanas sola en casa, si no también por el hecho de que sentía que necesitaba pasar todo el tiempo que pudiese cerca de Trueno. No quería que nadie lo comprase, no estaba preparada para perderlo, no ahora que habíamos desarrollado un vínculo tan especial.
No había vuelto a montar a caballo desde mi caída, por lo que cuando me incorporé volví a mis funciones de limpieza de establos y asistencias en las clases de Jack. También aprovechaba para ordenar algunas cosas en la oficina cómo trabajo adicional para cubrir aquellos huecos que antes habría pasado entrenando.
No me he vuelto acercar al hipodrómo. No estaba preparada para ello. Cada vez que intentaba ir hacia ahí, ya fuese para ver al abuelo o a los gemelos sentía que me faltaba el aire y que una nube muy oscura me oprimía el pecho. Por ello he ido dejándolo pasar.
Jack no me ha querido presionar con el tema, me ha dado mi espacio y se ha asegurado de ser él quién monta a Triana durante nuestros paseos mientras yo les observo en silencio. Ha sido de lo más atento, siempre me pregunta cómo lo llevo, si lo echo de menos, si me gustaría intentarlo... Siempre mis respuestas son las mismas, lo llevo bien, obvio lo echo de menos más de lo que jamás me imaginaría y todavía no estoy preparada.
Es agradable saber no sólo que se preocupa por mi, si no también que quiere ayudarme a superarlo.
Por mucho que intente no hacer comparaciones, Cody no era así. No digo que fuese mal novio, no, para nada. Pero cuando había algo que no iba bien en mi vida, él me dejaba resolverlo sola, ya que pensaba qué en el mundo hay que ser independientes para todo. No digo que aquello fuese malo, si no que es diferente, y creo que me gusta esa diferencia.
Betty y yo llevábamos toda la tarde del miércoles en el restaurante de Annie hablando de todo y de la nada a la vez. Siempre pasamos horas cotilleando. Después de convencerla en qué aproveche su verano para hacer un viaje con Railey a Cincinnati para poder presentarle a su familia estábamos listas para marcharnos a casa.
Según salimos por la puerta del Annie's un fuerte olor a humo de moto golpeó nuestras narices. Una Harley brillante estaba aparcada en la puerta del restaurante. Era preciosa, bien cuidada, con las ruedas desgastadas por el asfalto y un casco colgado en el manillar. Y cómo si de una película se tratase, todo pasó a cámara lenta. Ahí mismo, saliendo de la tienda de la señora Hotch estaba él.
Ha cambiado. Es obvio que lo ha hecho. Yo tampoco era la misma. Pero en él, los cambios eran más que evidentes. Ya no era un adolescente, su delgado cuerpo ha desaparecido bajo una tersa capa de músculos y su afilado mentón está ahora cubierto por una incipiente barba. Su pelo negro, cómo el carbon, ahora era largo y luce un aire desenfadado. Porta con orgullo su chupa de cuero y unos vaqueros desgastados de color negro.
Michael Durby "Ripper".
-¿Estás bien? -preguntó Betty interrumpiendo mis pensamientos.
-Mmmm yo...
Pude sentir un escalofrío correr por mi espalda en el preciso instante en el cuál mis ojos conectaron con los de Michael. Puede que a él le haya ocurrido lo mismo. Pude ver cómo sus brillantes ojos azules se abrían de par en par mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa.
No dudó en acercarse de forma rápida hasta dónde nos encontrábamos mi amiga y yo.
-No me lo puedo creer, Caroline... -dijo sonriendo mientras esperaba algún tipo de reacción por mi parte.

ESTÁS LEYENDO
INEVITABLES
RomanceDespués de 8 años Caroline viaja al pueblo de su madre para vivir con su abuelo. Seis meses en New Haven junto con su hermana pequeña serán suficientes para poner su vida patas arriba. Una casa nueva, un nuevo trabajo, nuevos amigos y Jack Burrows...