Jack

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Nunca me había gustado celebrar mi cumpleaños. Nunca hasta este año. Sólo por ver la ilusión que le hacía a Rider disfrutar conmigo en un día así, valió la pena celebrarlo.

Cuando abrí mi regalo no podía creer que ella hubiese guardado aquellas fichas rojas durante tanto tiempo. Su padre nos enseñó a jugar cuando yo tenía 11 años. Se le daba fatal jugar, no porque no tuviera suerte con el juego, sino porque siempre intentaba ir de farol. Y yo siempre sabía cuando ella mentía.

Ver aquella fecha grabada en la parte de atrás me sorprendió. El verano de 2014 fue un verano difícil. Cuando la vi aparecer en el pueblo no me lo podía creer.

Sus padres acababan de separarse, ella estaba a punto de irse a Chicago. Su abuela acababa de morir. Aún así ese verano ella estaba espectacular. Ya no era una niña, había crecido. Joder que si lo había hecho. Su cuerpo empezaba a tener curvas de mujer y bajo el poco maquillaje que llevaba su belleza sólo resaltaba más.

Ese verano me di cuenta que quería ser algo más que su amigo. Pero no podía. No podía cruzar esa línea. Por mucho que físicamente ya no fuese tan niña, ella seguía siendo inocente, o eso es lo qué pensaba yo.

Cuando me besó, aquel día tras nuestra carrera campo a través, sentí unas ganas incontrolables por seguir con aquello. Quería corresponder, mostrarle que yo también la deseaba. Pero eso estaba mal.

Hice lo único de lo que me arrepiento en la vida.

Le rompí el corazón.

Dejé escapar a esa persona especial que no siempre uno consigue encontrar en la vida. 

INEVITABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora