Caroline

28 1 0
                                        

-¿Quieres que nos sentemos? -preguntó mi madre entrando hacia su antigua habitación.

-Claro.

-Hija quiero que hablemos de todo lo de anoche. No me gusta pelear contigo, nosotras siempre hemos sido un equipo y no quiero que esto cambie.

-Mamá, lo siento. Siento haberte gritado ayer. -Me disculpe ya que sabía que mis formas no habían sido las correctas.

-Las dos nos hablamos mal y dijimos cosas que no pensamos en realidad cariño, no para nada...

-No, mamá creo que no me has entendido. Me estoy disculpando por mis formas, no por lo que dije.

-Caroline tienes que entender que hice todo lo que pude para protegerte y para que fueras feliz... -Aseguró mi madre cogiendo mis manos para entrelazar nuestros dedos sobre su regazo.

-Lo entiendo mamá. Hiciste lo que creías correcto para mí. Pero eso no quita el hecho de qué no me fuiste sincera. Si no me hubieras mentido todo este tiempo, esto no me habría dolido tanto mamá.

-Lo siento hija. De verdad lo siento.

El abrazo que me dio mi madre en su antigua habitación fue reconfortante, pero no fue suficiente cómo para volver a sentirme segura junto a ella. Cada vez lo tenía más claro. Mi decisión era la correcta, o eso quería creer.

-¿Qué fue lo qué pasó con Cody? -preguntó curiosa mientras todavía me abrazada.

-No funcionó.

-¿Por qué no me lo contaste hija?

-No quería preocuparte, sé que te cae bien. Además todo pasó muy de prisa.

¿Desde cuándo estás con Jack? -Dijo dándome pequeños pellizcos en el brazo.

-¿Es tan evidente?

-Siempre fue evidente, sólo que erais muy pequeños... -Aseguró mi madre saliendo de la habitación.

En el trabajo pude olvidarme de toda la discusión con mi madre. Creo que la charla con mi abuelo me hizo comprender que realmente ella creía que hacía lo correcto, aunque se equivocara en ocultarlo. Jack estuvo toda la tarde impartiendo clases y mientras yo le ayudaba colocando obstáculos y recogiendo todo aquello que sus alumnos dejaban tirado por el suelo. No podía evitar sonreír cuando nos chocabamos accidentalmente por el camino. Éramos cómo dos imanes que se atraen continuamente.

Después de acabar la última clase, bajé al hipódromo para ver a los gemelos terminar su entrenamiento. Era mágico ver cómo se entendían a la perfección con tan sólo una mirada, a lo mejor es cosa de gemelos. Sus entrenamientos eran muy diferentes a los qué había tenido yo. No sólo porque entre dos siempre es más divertido, si no que ellos no reciben correcciones y quejas cada dos segundos de parte de mi abuelo. Realmente son muy buenos. Me gustaría ser cómo ellos, pensé para mis adentros antes de marcharme hacia casa.

El abuelo, Jack y yo fuimos los tres juntos, Annie nos avisó a medio día que iba a llevar cena para todos a nuestra casa. Cuando llegamos a casa olía a alcohol. Supuse que An había preparado carne al bourbon, plato estrella en su restaurante.

-Ya estamos aquí. -Gritó el abuelo entrando en el salón.

-Por fín, la mesa ya está puesta. Vamos a sentarnos.

-Que rico huele mamá. -Aseguró Jack mientras le daba un beso en la mejilla de forma tierna.

-¿Qué tal el día? ¿Mucho trabajo? -preguntó Aiden.

-Bueno, lo de siempre. No nos aburrimos. -Aseguró el abuelo.

Empezamos a disfrutar todos de la exquisita cena que había preparado Annie en su restaurante mientras hablábamos un poco de todo.

INEVITABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora