20. Decisiones al Filo

12 2 0
                                    

Los días pasaron rápidamente, y Draco no le habló a Sarah desde el partido de Quidditch. En contraste, el grupo de amigos de Eileen no dejaba de rodearla cada vez que tenían la oportunidad. Aunque ahora eran más abiertos con ella, Sarah se sentía agobiada. Intentó encontrar un momento entre clases para hablar con Draco, pero parecía que Harry siempre estaba en medio, impidiéndole acercarse. Finalmente, durante un breve respiro en su horario, Sarah logró evadir a "Los Cuatro Pesados", como solía llamarlos, y encontró a Draco en un pasillo con Crabbe, Goyle y Pansy. Trató de entablar una conversación pacífica, pero Draco la ignoró, sabiendo que esa era una de las cosas que más la irritaban. Frustrada, Sarah lo agarró del brazo y lo arrastró lejos, empujándolo contra la pared y acorralándolo para que no pudiera escapar.

—Mira, tengo poco tiempo porque tengo otras clases, pero necesitamos aclarar las cosas —dijo Sarah, seria, mirándolo directamente a los ojos—. Lo siento, no todo ha sido culpa mía... pero necesitamos hablarlo. Esta tarde, a las ocho en la sala común —y sin esperar respuesta, se fue rápidamente a reunirse con Hermione, quien tenía el giratiempo que necesitaban para esa hora.

Las actividades continuaron, y Eileen comenzó a sospechar sobre lo que Hermione y Sarah tramaban, aunque prefirió no preguntar, esperando que alguna de las dos le contara eventualmente. Algo que, si no era absolutamente necesario, no sucedería.

Esa tarde, Draco llegó a la sala común de Slytherin a la hora acordada. Estaba sentado, con los brazos cruzados, pero dispuesto a hablar.

—Quiero que empieces tú —dijo Draco—. Después, te diré lo que pienso.

Sarah tomó aire, visiblemente nerviosa.

—Mi padre... es peor de lo que imaginas... —comenzó, haciendo pausas mientras buscaba las palabras adecuadas—. No le digas nada de esto, por favor... Te voy a contar todo, pero te pido que lo mantengas en secreto. Confío en que eres de fiar...

—Claro que no lo haré. Sé perfectamente cómo es tu padre, y no lo haría ni aunque quisiera.

—¿Entonces por qué me amenazaste? —Sarah frunció el ceño, claramente confundida—. Si lo sabías perfectamente, ¿por qué lo hiciste?

—No quería que te juntaras con ese grupo en especial—admitió Draco—, pero ahora veo que te tratan bien, y eso es suficiente para mí. No quería que Potter, Weasley o Stark te complicaran la vida, pero parece que Stark te respeta, y eso me agrada un poco. Además, ambos sabemos que tenemos información que no debe salir de aquí. Estamos en la misma situación.

—Estamos atados de manos y pies... Lo odio...

—De hecho, quería pedirte algo, pero dudo mucho que quieras hacerlo.

—Adelante —respondió Sarah, con una mezcla de curiosidad y cautela.

—Sabes lo obsesionado que está mi padre con la pureza de la sangre y todo eso. Quizás podrías ayudarme a que deje de molestarme por un tiempo...

—Claro que puedo hacerlo, sólo dime qué es exactamente lo que necesitas.

—No me hagas decirlo. Te tengo suficiente confianza como para pedirte este favor, pero lo más importante es que Stark no se entere.

Sarah lo meditó, consciente de lo que implicaba. Ambos tenían mucho en juego, pero la situación era incómoda.

—Está bien —aceptó finalmente—. Pero si piensas que te voy a besar frente a él, estás muy equivocado. Además, a mí también me conviene por mi padre. Lo haremos hasta que encuentres una pareja de verdad. ¿Qué hay de Parkinson?

—No es mi tipo. De todos modos, esto es solo para complacer a nuestros padres. Te aprecio, pero no de esa manera.

—Lo sé, yo también te aprecio, pero ¿realmente es necesario si este verano no nos van a ver juntos?

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora