36. Furia en las Profundidades

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Al abrir los ojos, Sarah se encontró en un lugar completamente diferente. La cabeza ya no le dolía, y podía respirar con normalidad. Estaba en una explanada de césped, los colores parecían apagados y el ambiente estaba en calma. Se levantó y se dio cuenta de que llevaba puesta una ropa blanca que le resultaba muy agradable. Buscó con la mirada y encontró a la criatura que solía aparecer en sus sueños. Se acercó a él con rapidez.

—¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Necesito volver a la segunda prueba!

—Debo contarte algo, pero será mejor si damos un paseo. ¿Te parece?

—Sé rápido, porque tengo que regresar de inmediato.

Él le extendió su enorme mano, y Sarah, con algo de incertidumbre, la tomó. Comenzaron a caminar. Era la primera vez que Sarah sentía un malestar tan profundo en este lugar; ya no deseaba regresar.

—No podrás volver —dijo la criatura de repente—. Odio ser el portador de malas noticias, pero es la verdad. Me he alimentado de todos tus sentimientos negativos, y la cantidad es tal que temía que, cuando llegara el momento de salir a la luz, no pudieras regresar. Por eso, cada vez que vienes, intento hacerte sentir bien, porque al final te habrías desbordado y no podía hacer nada para evitarlo...

—¿Pero esto no es un sueño? —preguntó Sarah, su voz desprovista de esperanza.

—No. Estás en una realidad alternativa en la que solías venir en sueños, y ahora estás aquí.

—¿Pero he desaparecido en mi realidad?

—No —negó con un gesto—. Me apoderé de ti y, ahora mismo, lo más probable es que estés causando estragos en el lago, matando criaturas. Así que, mientras tanto, disfruta de tu estancia eterna.

En la realidad, Sarah se encontraba en el agua, pero no era la misma de antes. Ahora, parecía una sombra con grandes ojos grises que brillaban intensamente. Las criaturas del lago notaron su presencia cuando se acercó, y vio a Lukas atrapado. Ella iba a liberarlo, pero fue asaltada por una horda de criaturas. Sin dificultad, desmembró a cada una y las derrotó. Luego liberó a su hermano, pues el Wendigo le parecía injusto que muriera sin culpa alguna.

Sarah continuó su destrucción sin piedad, enfrentando cada criatura con la misma brutalidad. Finalmente, vio a Harry en apuros y decidió ayudarlo. Eliminó las amenazas que lo rodeaban, y Harry, al notar la "cosa" que se aproximaba, se alejó rápidamente.

Más tarde, encontró a Cedric. Un impulso destructivo la tentó a matarlo; si ella no podía estar con Eileen, entonces nadie lo estaría. Sin embargo, una chispa de humanidad la hizo reconsiderar, y decidió ayudarlo en lugar de matarlo. Cedric, aterrorizado, reconoció a Sarah y logró liberar a Eileen, quien salió del agua con él.

En el mundo alternativo, Sarah lloraba en los brazos del Wendigo, desesperada por no poder regresar con los suyos. Su odio hacia la criatura era inmenso; la culpaba por haberla utilizado y por sus miserias.

—No es mi culpa —dijo el Wendigo—. No quería ser lo que soy, y lo que menos deseo es esto. Solo quería hacerte feliz mientras estabas aquí, pero eso conlleva sus propias consecuencias...

—¡Te odio! ¡Eres un monstruo! —gritó Sarah—. ¡Quiero volver!

—Las probabilidades de regresar son mínimas. Tendrías que causarme un daño grave para tener una oportunidad de volver, y conociéndome, eso es complicado.

—Haré que te hagas daño de cualquier manera, lo juro.

En su realidad, Sarah permaneció en el agua, observando a su alrededor. A pesar de su alivio al ver que Lukas estaba bien, algo la llenó de furia. Cedric, al salir del agua, fue recibido por un beso apasionado de Eileen, uno que ella solo le había reservado a él. Sarah soltó un grito desgarrador, más parecido al rugido de un animal que al de un ser humano.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora