35. Tensión Bajo la Superficie

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Durante los días siguientes, la vida para los hermanos se volvió sumamente crítica. Lukas logró evitar un castigo severo, gracias a la intervención de Snape, quien impuso cierto orden y protección alrededor del joven. Aunque reprimió a Lukas por sus acciones, también reconoció su valentía al salvar a su hermana de una situación tan grave.

Sarah, por otro lado, no estaba en su mejor forma. Desde la noche de Navidad, había estado lidiando con una tos persistente y frecuentes dolores de cabeza. La exposición prolongada al frío y a la nieve no ayudó en absoluto a su condición. A pesar de la adversidad, la situación seguía siendo manejable, pero el desgaste era evidente.

La tensión continuaba creciendo, especialmente con la proximidad de la segunda prueba, programada para el 24 de febrero. Muchos aún no habían logrado dominar la habilidad de sobrevivir bajo el agua durante una hora, lo que añadía presión a todos los competidores. Sin embargo, la presión externa era aún mayor debido a los medios de comunicación, particularmente a Rita Skeeter. Su constante vigilancia y la forma en que retrataba a Sarah en El Profeta como una figura cínica y amenazante aumentaban el caos. El pánico generalizado sobre la posibilidad de que Sarah se enfrentara a un dragón o a sus compañeros solo intensificaba la frustración y la sensación de ser vista como una amenaza.

A pesar de estos desafíos, Sarah comenzó a experimentar sueños inquietantes que se sentían alarmantemente reales. En uno de estos sueños más recientes, la sensación de felicidad que le proporcionaba el sueño era tan intensa que deseaba no despertar. Sin embargo, no estaba sola en este mundo onírico. La compañía era una criatura que le resultaba inquietantemente familiar: un Wendigo, un ser de la leyenda americana. El Wendigo tenía un cráneo de ciervo con grandes cuernos en lugar de una cara, un cuerpo esquelético y una larga cola fina. A pesar de que en la leyenda se decía que un Wendigo poseía a personas caníbales, Sarah no había caído en tales excesos. Por lo tanto, pensó que tal criatura era una manifestación de su propia mente, un medio para enfrentar sus miedos internos.

La criatura podía hablar y su voz era sorprendentemente reconfortante para Sarah.

—¿Alguna vez pensaste en quedarte aquí para siempre? —preguntó el Wendigo, con un tono serio y casi filosófico.

—Aquí me siento en paz, pero sé que esto es solo un sueño. Me da pena tener que despertar...

El Wendigo, aunque sabía que Sarah se daba cuenta de que esto no era solo un sueño, decidió seguir con la conversación, a pesar de su aversión hacia su propio papel en estos encuentros.

—Es inevitable, lo sé. Pero espero verte aquí de nuevo la próxima vez que duermas.

La promesa de un futuro encuentro en ese lugar tan deseado proporcionó a Sarah un pequeño consuelo en medio de la incertidumbre que enfrentaba en su vida real.

La noche antes de la prueba, Sarah se encontraba en la biblioteca, inmersa en la lectura de sus notas. Aunque ya se sentía bastante segura con las opciones que había encontrado, repasar la información una vez más le proporcionaría la confianza final que necesitaba. La biblioteca, aunque casi desierta, aún albergaba a algunos estudiantes, entre ellos Harry, que estaba desesperadamente buscando algo que le ayudara.

Sarah decidió ignorar a Harry y se centró en su estudio, pero la tranquilidad de la biblioteca pronto se vio perturbada por una conversación que no deseaba escuchar.

—Entiende que esto es una locura. El torneo debería ser una prueba de habilidades, no un campo de batalla entre competidores. ¿Cómo te atreves a pensar que Sarah podría hacerte daño? —Eileen intentó mantener su voz baja, pero el enojo en su tono era palpable.

—Pero Rita lo ha escrito, y si ella está al tanto de todo... —Cedric intentaba mantener la calma, pero ya era evidente que la situación se le escapaba de las manos.

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