38. Crucial encrucijada

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Cuando llegaron al campo de quidditch, el lugar estaba irreconocible. Un seto de seis metros de altura bordeaba el área, y frente a ellos se extendía la entrada a un enorme laberinto. El camino dentro del laberinto parecía oscuro y amenazador. A medida que las tribunas comenzaban a llenarse, el aire se saturó de voces excitadas y el ruido de cientos de alumnos en movimiento.

—Estaremos haciendo una ronda por la parte exterior del laberinto —anunció la profesora McGonagall a los campeones—. Si tienen dificultades y necesitan ser rescatados, echen al aire chispas rojas y uno de nosotros irá a ayudarlos. ¿Entendido?

Todos asintieron. Cedric miró hacia las tribunas donde estaba Eileen, notando su preocupación y las lágrimas en sus ojos. Le dedicó una sonrisa forzada, que pareció calmar un poco al joven.

—Entonces... pueden comenzar —dijo la profesora con una expresión seria.

Al sonar un pitido, los cinco campeones entraron en el laberinto, ignorando por completo la ventaja que pudieran obtener en la tabla de posiciones.

Los altos setos proyectaban sombras negras en el camino, y el rugido de la multitud se desvaneció en cuanto traspasaron la entrada. Sarah se sintió como si estuviera en un túnel sumergido. Sacó su varita y murmuró "¡Lumos!". Los demás hicieron lo mismo. Tras recorrer unos veinte metros, llegaron a una bifurcación. Se intercambiaron miradas y cada uno tomó un camino distinto.

Sarah optó por el camino de la derecha y corrió, sosteniendo la varita en alto para iluminar su camino. Sin embargo, no había mucho que ver. Se encontró con varios obstáculos, pero los superó sin dificultad: los escregutos de cola explosiva no la detuvieron, y los dementores no parecían afectarla. Sin embargo, a medida que avanzaba, sentía que empezaba a perder el control. Su cuerpo dejó de responder, y su mente también parecía desconectada. Algo malo estaba a punto de suceder, y Sarah lo sentía con intensidad.

Mientras seguía corriendo, vio a Cedric de espaldas, sin notar su presencia. Sarah apretó la varita con fuerza, tentada a acabar con él. Pensó en cómo todos creerían que había sido obra de algo dentro del laberinto, o tal vez que alguien más lo había hecho. Aunque no deseaba ensuciarse las manos con su sangre, anhelaba que sufriera. Pero una parte de ella se preguntaba por qué matarlo tan rápido si podía disfrutar de su sufrimiento primero. ¿Por qué él tenía la oportunidad de ser esperado afuera, mientras Eileen lo amaba? Era el momento perfecto, pero definitivamente esas ideas no eran de Sarah.

Por suerte para ambos, Harry apareció en su camino.

—¿Escucharon eso? —Harry corrió y Cedric lo siguió para ayudar.

Cedric hizo una pregunta que Sarah no alcanzó a entender. De repente, se escuchó otra voz que lanzaba un maleficio Cruciatus a Cedric. Sarah vio a Krum en la escena, y Harry había desaparecido por completo. La rabia la invadió; se suponía que ella debía hacerle sufrir a Cedric, no otro. Estaba dispuesta a lanzar un Avada Kedavra para acabar con Cedric, y ya tenía la varita levantada, lista para el hechizo.

De repente, Sarah se encontró de nuevo en un lugar familiar, una vasta llanura con un toque melancólico que parecía extenderse infinitamente ante sus ojos. La criatura con la que se había encontrado antes estaba a su lado, y comprendió que había regresado a ese otro universo. La certeza de que no volvería a su realidad la abrumaba. Sarah se enfrentó a la criatura con furia, golpeándola en el tronco con todas sus fuerzas. La criatura, sin inmutarse, simplemente la detuvo agarrando sus brazos, sin sentir dolor pero claramente incómoda.

—¡TE ODIO! —gritó Sarah, su voz temblando de rabia— ¡IBA A MATARLO Y JUSTO DEBÍAS APARECER TÚ!

—No podías matarlo —respondió la criatura, sentándose para igualar su altura mientras su huesuda cola se movía inquietantemente, causando desasosiego en Sarah—. Pero lo siento, esta vez no tendrás la misma suerte que antes. Haré lo posible para que estés a gusto.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora