24. Confesiones y Cicatrices

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Al día siguiente, Sarah finalmente salió de la enfermería, aliviada de dejar atrás ese confinamiento. Al salir, se dirigió de inmediato a buscar a sus amigos para organizar y planificar cómo harían que sus vacaciones fueran lo mejor posible para ella. Todos estaban preocupados por ella, especialmente Eileen. Sarah, al haber recibido la confesión de Eileen, había comenzado a distanciarse un poco, temerosa de que su amiga pudiera desarrollar sentimientos aún más profundos y enfrentarse a una posible decepción.

Por la tarde, Sarah decidió visitar a Lupin en su despacho. Necesitaba aclarar ciertas cosas y no podía dejar pasar más tiempo. Estaba desesperada por entender por qué Sirius se comportaba de esa manera con ella. Aunque Sarah sentía un cariño genuino por él, parecía que él no compartía el mismo sentimiento. Al llegar, encontró a Lupin recogiendo sus pertenencias, lo que la sorprendió profundamente. La única conclusión que podía sacar era que Lupin había sido despedido.

—Profesor, ¿me está diciendo que lo han despedido? —preguntó Sarah, con un tono de tristeza en su voz.

—No, me voy por decisión propia —respondió Lupin, con un semblante cansado—. Es un riesgo para todos y el ministerio no toleraría que hubiera un hombre lobo dando clases aquí. Es mejor evitar problemas.

—Me encantaban las lunas llenas —dijo Sarah, mirando por una ventana, a pesar de que era de día—, pero ahora las estoy empezando a odiar porque hacen daño a personas que no lo merecen, como a usted. Ojalá hubiera algo que no causara daño a nadie...

—Sí... —Lupin reflexionó sobre las palabras de Sarah; no era la primera vez que escuchaba algo similar—. Pero por ahora necesito alejarme un tiempo de todo...

—Si puedo ayudarle en algo, dentro de mis posibilidades, no dude en decírmelo. Estoy dispuesta a comprometerme en lo que pueda —dijo Sarah, un poco sorprendida por su propio ofrecimiento—. Usted ha hecho mucho por mí, y me gustaría devolverle el favor.

—Agradezco mucho tu apoyo. Aunque ya no sea tu profesor, no dudes en escribirme si alguna vez me necesitas.

—Lo haré. Pero, en realidad, no he venido a hablar de esto. Creo que sabes lo que quiero tratar ahora...

—Te escucho.

—Sirius... —Sarah intentó expresar lo que sentía, pero las palabras no salían.

—Supongo que tienes muchas preguntas, especialmente después de la última noche que lo viste...

—Si pudiera contarme todo lo que sabe, sería de gran ayuda. Si no consigo respuestas de usted, me voy a enfrentar a él en cuanto lo vea —Sarah comenzó a pasearse por la sala, su frustración evidente—. No importa que haya sido quien me cuidó de pequeña, él se va a arrepentir de lo que ha hecho. O me enfureceré o me deprimo, una de dos, pero seguro.

Después de la conversación con Lupin, Sarah necesitaba hablar con Eileen sobre la invitación a la casa de Ron. No quería cancelar la visita, pero debía advertirle que no podría quedarse demasiado tiempo. En uno de los pasillos, la vio conversando con Hermione justo afuera del vagón en el que estaban sus amigos. Con la poca luz que había, Sarah juró haber visto los ojos de Eileen ligeramente llorosos y que estaban hablando de algo muy serio.

Cuando Hermione notó la presencia de Sarah, cambió de tema inmediatamente y volvió al vagón para que ambas pudieran hablar con más tranquilidad.

—Hola, pensé que estabas con Draco —saludó Eileen, pero su voz temblaba ligeramente.

Sarah no respondió de inmediato. En lugar de eso, tomó el rostro de Eileen entre sus manos, forzándola a mirarla. Aún con los ojos llorosos, Eileen luchaba por contener las lágrimas. Sarah, en contraste, se mantenía seria y en silencio. Eileen alternaba entre fijar la vista en los labios de Sarah y sus ojos, deseando llorar pero esforzándose por contenerse.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora