10. Caminos Divergentes

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Sarah se dirigió a la enfermería sin decir una palabra, no para obedecer las órdenes de Snape, sino para ver a Hermione y a Eileen. Al llegar, encontró a ambas despetrificadas, aunque todavía en cama. Ginny también estaba allí, rodeada de su familia, que había sido informada de lo ocurrido. Los padres de Ginny lucían muy preocupados, como era de esperar; el hecho de que su hija hubiera estado tan cerca de la muerte era motivo suficiente para ese nivel de angustia.

Sarah se acercó primero a Hermione, una de sus compañeras de curso en Gryffindor. Hermione parecía estar bastante bien, según le contó. Sarah le narró lo sucedido en la Cámara de los Secretos, sintiendo que era justo informar a quien había contribuido tanto a detener los ataques contra los hijos de muggles. Después de conversar un rato con Hermione, Sarah se dirigió hacia Eileen, más por compromiso que por otra cosa. Aunque no tenía muchas ganas de hablar con ella, recordó lo que Ron le había dicho sobre caerle bien a la rubia, así que decidió intentar arreglar las cosas.

—¿Cómo estás, Stark? Te dije que no hicieras nada, me tuviste preocupada —dijo Sarah, bajando un poco la voz al final, sintiendo cierta vergüenza de admitir lo que sentía, aunque era sincero.

—Ya deja de fingir, Hermione sabe que nos llevamos "bien". Puedes irte si tanto lo deseas.

—Pero Ron me dijo que te caigo bien, aunque no lo merezco...

—No es que me caigas bien, me preocupas, que es diferente...

—¿Por qué? No merece la pena, te lo aseguro.

—Eres de mucha ayuda y, probablemente, me agradas un poco. No te emociones.

—Estás perdiendo el tiempo pensando que te agrado.

—Bien, lo admito, me agradas, pero seguiremos discutiendo. ¿No te agrado aunque sea un poco?

—No es eso. Es que me da rabia agradarte, no tiene mucho sentido. Después de todo lo que te he hecho a ti y a tus amigos, que digas que te agrado no tiene sentido para mí.

—No preguntes más, soy tu amiga. Trátame como tal.

Sarah y Eileen se miraron en silencio por un momento, como si estuvieran evaluando la honestidad en los ojos de la otra. Había mucho que no se decían, pero el simple hecho de estar allí, hablando como lo hacían, era un paso hacia adelante.

—No lo haré, no lo merezco —respondió Sarah con firmeza—. Te trataré como siempre lo he hecho, nada más.

—Olvídalo, algunas veces me lo merecí... —admitió Eileen, con un suspiro de resignación.

—No, es mi culpa. No tengo nada de paciencia y lo odio —Sarah replicó, con un tono que denotaba más auto-reproche que enojo.

—Luego nos repartimos bien la culpa —bromeó Eileen, intentando aliviar la tensión—. Ahora quiero ir al comedor, ¿vienes conmigo?

—No debería... Pero está bien, solo te acompañaré —aceptó Sarah, un tanto a regañadientes.

Eileen se levantó de la camilla y ambas se dirigieron al comedor. Durante el trayecto, Sarah evitaba cualquier tipo de conversación. Cuando Eileen intentaba hablarle, Sarah se limitaba a responder con monosílabos y un tono seco. Eileen no pudo evitar notar que Sarah aún cojeaba y estuvo a punto de preguntarle al respecto cuando llegaron al comedor. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Sarah se desvió rápidamente hacia la mesa de Slytherin, casi corriendo.

Sarah no quería ser vista con una "sangre sucia". Había absorbido tantas ideas preconcebidas que ahora creía que relacionarse con alguien como Eileen podría ser una mala influencia. Por otro lado, Eileen deseaba sinceramente tener más interacción con Sarah, aunque sabía que forjar una amistad con ella sería un desafío. La barrera de los prejuicios y la desconfianza era difícil de superar, pero Eileen no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora