11. Fragmentos de Afecto y Furia

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Después de una extensa sesión de estudio en la biblioteca, Sarah regresó a su sala común, donde encontró a su hermano. Lukas estaba sumido en un libro, pero cuando Sarah se sentó a su lado, dejó el libro a un lado y la miró con curiosidad.

—¿Cómo fue tu primer día, Lukas? —preguntó Sarah con una sonrisa, sentándose a su lado.

—Sabes que, aunque haya gente alrededor, no me gusta que me llames por mi nombre, no tú —corrigió él con una leve mueca.

Sarah lo observó a través de sus brillantes ojos verdes, apreciando su sinceridad. A pesar de todo, él era una verdadera bendición en su vida.

—¿De verdad quieres que te llame "pequeño" delante de todos? —su hermano asintió sin dudar—. Pues ven aquí, pequeño... —Lukas se acomodó en el regazo de Sarah, apoyando su cabeza mientras ella comenzaba a acariciar su cabello—. ¿Qué tal tu primer día?

—Habría sido más difícil si no me lo hubieras enseñado todo en el verano. Al final sí sirvió, gracias —Lukas sonrió, su rostro iluminado por la gratitud.

—Sólo lo hice porque es tu primer año. A partir de cuando termines este año, no te daré esa ventaja. Tendrás que investigar por ti solo —le advirtió Sarah, mientras echaba un vistazo al libro que Lukas había dejado. Se estiró un poco, quejándose levemente (pero sin exagerar para no preocuparlo)—. ¿Ya estás estudiando? —Lukas asintió con firmeza, llenando a Sarah de orgullo—. No esperaba menos de ti. Vas a ser el mejor de tu curso, no como tu hermana...

—No mientas —respondió Lukas con el ceño fruncido—. Eres la mejor de tu curso.

—Te estás equivocando. La mejor de mi curso es una Gryffindor, y no puedo superarla...

—Pues vas a ser la mejor —afirmó Lukas, con convicción—, porque yo te estoy apoyando desde el primer momento, y mi ayuda siempre ha sido la más valiosa, como siempre —los dos compartieron una risa cómplice.

—Gracias, pequeño. Ayudas mucho, no lo niego. Por ti me esforzaré en ser la mejor, ¿te parece?

Lukas sonrió, y esa sonrisa era todo lo que Sarah necesitaba para sentirse plena. Su hermano menor era la única persona a la que realmente podía hacer feliz; al menos, tenía eso.

—Siempre consigo lo que quiero a la primera —dijo Sarah con una sonrisa satisfecha.

—Gracias, Sarah —respondió Lukas con sinceridad, su voz llena de afecto.

La conexión entre ellos era palpable, y en ese momento, todo parecía estar en su lugar.

Sarah se sentía más feliz que nunca. Estar con su hermano, la única persona que realmente le importaba, le llenaba de esperanza y la impulsaba a seguir adelante. Aunque sabía que, debido a sus estudios, tendría poco tiempo para pasar con él, estaba decidida a sacar tiempo de donde fuera para no sentirse tan sola.

De repente, Lukas tomó el brazo de Sarah con delicadeza, mirándola con una preocupación que ella no deseaba ver en su hermano.

—No tuvo que hacer eso. Si me hubiera puesto entre medias no te habría hecho esto. ¿Puedo verlas? —preguntó Lukas, con un tono de preocupación genuina.

Sarah dudó en mostrárselas. No quería preocuparlo más de lo necesario, así que, después de unos segundos, negó con la cabeza.

—No, pequeño. No quiero que las veas porque no es necesario, es asqueroso... —Sarah tragó con dificultad, hablar de eso le resultaba doloroso, incluso con su hermano—. Y es mejor que me lo haga a mí que a ti. Yo soy más mayor y me ha hecho más daño que a ti. Por suerte, a ti no te hace mucho daño. Y si lo hace, dímelo, porque te juro que mientras yo esté aquí, nadie te podrá hacer daño.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora