31. Sentimientos Ocultos

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—Hablando de Navidad... —dijo con un tono más ligero—. La buena noticia es que no tengo que volver a casa, pero la mala es que no pienso ponerme un vestido. Son todos horribles y, para colmo, no sé bailar...

—Tendrás que aprender —respondió Snape, con un leve brillo de diversión en sus ojos—. Los campeones del torneo abren el baile, ¿No te lo dijeron? Deberías haber sido de las primeras en saberlo.

—¿Por qué tengo que ser el centro de atención? —se quejó Sarah, claramente disgustada—. Ya sabes que odio eso... Y además, no tengo pareja. Muchos chicos me han invitado, pero les he dicho que ya tengo a alguien... aunque la verdad es que los rechazo porque no quiero que se vean mal por mi culpa.

—No quedarás en ridículo. Pero, debes encontrar a alguien, no puedes ir sola —dijo él, algo severo pero consciente de la ansiedad de Sarah—. Me temo que la mayoría ya tiene pareja...

—No te preocupes por eso, ya encontraré a alguien —dijo Sarah, soltándose finalmente del abrazo—. Además, te vi muy atento a las conversaciones en el Gran Comedor.

Snape arqueó una ceja, aparentemente desinteresado.

—Solo quería enterarme de algunos detalles...

—Y también querías pegarnos dos veces con la libreta —lo interrumpió Sarah, aún molesta—. Te vas a acordar de esta tarde, Severus.

Estabas muy distraída. No podía dejarlo pasar.

—Neville casi se abre la cabeza por tu culpa.

Snape la miró sin pestañear, un destello de culpa apenas perceptible en su mirada.

—No fue personal... tal vez. Pero antes de que te vayas, hay algo que quiero saber.

Sarah, dispuesta a levantarse, se detuvo cuando Snape la atrajo hacia él una vez más, haciendo que lo abrazara por segunda vez.

—Eileen te dijo algo importante, pero me gustaría escuchar los detalles. Sabes de qué hablo.

Sarah suspiró, sabiendo que no podía evitar el tema por más tiempo.

—Está bien... —comenzó con resignación—. Eileen me amaba, y yo la amaba también... pero nunca se lo dije. Alguien mejor que yo se robó su corazón. Creo que voy a estar sola toda la vida.

Snape la observó en silencio, y después habló, su voz impregnada de una ira contenida.

—Qué torpeza de su parte. Si tanto te quería, debería haber sido más cuidadosa para no perderte. Diggory es un idiota, lo suyo no parece serio.

Sarah lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras.

—Y tú —continuó Snape, ahora con una extraña ternura en su voz—. Encontrarás a alguien que tenga el valor de amarte, sin importar lo que pase. Alguien que vea todo lo que vales... porque lo haces, Sarah.

—Bueno, si ella fue torpe, yo me caí en la raya de un lápiz —murmuró Sarah, con un tono de autodesprecio—. Nunca le dije que la amaba, lo guardé en secreto todo este tiempo. Además, ella es linda, guapa, todo lo que yo no soy... yo solo soy un trozo de carne con ojos.

Snape la miró fijamente, sus ojos oscuros evaluando cada palabra.

—No es para tanto, no te sobrevalores ni te infravalores. Pero, si me permites un consejo —dijo, su tono endureciéndose—, nunca te enamores de una Gryffindor.

El comentario dejó un silencio incómodo en el aire. Sarah lo miraba, reflexionando, y tras unos momentos de pausa, preguntó:

—¿Te enamoraste de Lily?

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora