12. En Busca de una Salida

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Sarah no dijo nada más y siguió a Lupin al castillo. El lago no era un lugar adecuado para una conversación seria. Lupin la invitó a su despacho, y aunque Sarah preferiría relajarse y estudiar en paz, sabía que tenía que escuchar al profesor. Era bastante tarde, así que, si respondía rápido, podría terminar pronto. El diálogo que siguió fue menos un interrogatorio y más una conversación relajada.

—Tu hermano es brillante para su edad. Todo este tiempo creí que eras hija única. ¿Tienes otros hermanos? —preguntó Lupin con curiosidad genuina.

Sarah, aunque sorprendida por la pregunta, decidió responder. No veía cómo esto se relacionaba con lo que había sucedido con Eileen, pero aceptó hablar.

—No, solo tengo a Lukas —dijo Sarah, su tono volviéndose más personal—. La verdad es que lo cuido como a un tesoro. Me da miedo que le pase algo...

—Entiendo, es importante para ti. Pero, ¿no tienes otras personas que se preocupen por ambos?

Sarah quedó en silencio, sin saber qué responder. No quería mentir, pero tampoco quería revelar demasiado. Finalmente, decidió ser honesta, aunque eso le resultaba incómodo.

—No... Yo me preocupo por él, pero nadie se preocupa por mí —admitió, añadiendo—. Aunque tampoco es necesario, estoy bien así.

—Creo que eres muy fuerte, pero a veces necesitamos ayuda. ¿Tus padres no lo hacen? —Lupin preguntó con una preocupación sincera.

—No me haga hablar de mis padres...

—No tienes una buena relación con ellos. Tranquila, no eres la primera ni la última —dijo Lupin con comprensión.

—Bueno, pues usted fue el que quiso saberlo... —Sarah tomó aire antes de continuar—. A mi madre no le importábamos mucho, y mi padre... Bueno, ¿cómo lo digo? —hubo un tenso silencio—. Él no me trata bien. No le permite tocar a mi hermano, así que todo el daño recae en mí. Me golpea todos los días, no hay día que no lo haga. A veces, cuando vuelvo de las vacaciones de Navidad, no puedo moverme bien y eso llama la atención de la gente. No puedo hacer nada para evitarlo, pero al menos no le ha puesto un dedo encima a Lukas —su voz temblaba, y su mirada se desvió—. Últimamente está más furioso que nunca... Lo que hizo la última semana de vacaciones... —la pausa se hizo más larga—. Se descontroló con mi madre. La golpeó demasiado, más de lo normal. Incluso la apuñaló en la cocina y dejó el cadáver allí tres días. Yo lo vi todo, y aunque mi hermano lo sabe, no lo presenció. Después de eso intenté matarme, pero no funcionó. Eso explica los vendajes en mis brazos. En otra ocasión, cuando tenía que practicar con mi guitarra para el proyecto de inicio de curso, él me cortó las yemas de los dedos para que no pudiera tocar. Pero seguí haciéndolo a pesar del dolor. No lo hubiera hecho si no fuera por mi madre. Esa guitarra es lo único que me queda de ella. Preferiría una eléctrica, pero no me quejo, al menos tengo una. Desde entonces, no duermo mucho. Una vez tuve una pesadilla en la que mataba a mi hermano, tal como en el boggart de nuestra primera clase. Me aterra que le pase algo... Y como mi padre es muy conocido en el mundo mágico, nadie sospecha de él. Eso es lo que más me enfurece. En cuanto termine mis años en Hogwarts, pienso matarlo. Lo juro por mi vida que ese hombre no vivirá más...

Lupin escuchó en silencio, sus ojos llenos de comprensión y preocupación. No dijo nada por un momento, permitiendo que el peso de las palabras de Sarah se asentara.

—Siento mucho escuchar todo esto, Sarah. Te admiro por tu fortaleza, pero también quiero que sepas que no estás sola. Hay personas aquí que pueden ayudarte y apoyarte. La gente puede ser complicada, pero también puede ofrecerte la ayuda que necesitas.

Sarah asintió, aunque aún no estaba completamente segura de cómo encajaría el consejo en su vida. Por el momento, se aferraba a la esperanza de que tal vez, solo tal vez, podría encontrar algo de paz y apoyo en medio de su dolor.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora