18. Secretos Bajo las Estrellas

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La clase transcurrió con normalidad. Al llegar la hora, ambos se dirigieron a buscar a Draco. Snape mostraba un lado mucho más amable y gentil con Sarah, algo que no solía mostrar con otros estudiantes. Para suerte de ambos, Draco estaba molestando a unos niños de primer año, entre ellos el hermano de Sarah, que se defendía de manera bastante brusca. Fue la excusa perfecta para imponerle un castigo.

Snape se acercó a Draco con su característico tono frío y amenazante, mientras lanzaba una mirada significativa a Sarah. Sin perder tiempo, Sarah corrió hacia el campo de Quidditch. Antes de irse, regañó a su hermano por su actitud.

—Está bien defenderse, pero cállate cuando veas a un profesor —le advirtió Sarah—, especialmente uno como este...

—¡Es que es un pesado! —respondió su hermano, frustrado—. ¡No nos deja en paz ni a mí ni a mis amigos!

—Ya me encargaré yo de ponerlo en su lugar, tranquilo —dijo Sarah, y se alejó sin añadir nada más, mientras la mirada de Snape la seguía.

La noche ya había caído, y la poca luz que quedaba apenas iluminaba el campo de Quidditch. Sarah llegó al lugar y vio a tres personas en el campo: Eileen, Harry y Wood. Los tres estaban en medio de una práctica, y Sarah se acercó con sigilo, esperando que no notaran su presencia.

En medio de un intento de nueva técnica, Eileen perdió el equilibrio y cayó de la escoba, golpeándose la espalda contra el suelo con un sonido seco.

—Es la sexta vez que caes hoy, debes concentrarte más —le reprochó Wood, ayudándola a levantarse—. No sé dónde tienes la mente, pero llevas varias semanas así.

—Lo siento —respondió Eileen, con un tono de disculpa.

Una vez que Wood y Harry se fueron, Eileen se quedó sola en el campo. Pensando que no había nadie más, volvió a tirarse al suelo. Fue en ese momento que Sarah, con una voz suave, la sorprendió.

—¿Estás bien? ¿Puedes levantarte o prefieres quedarte en este cojín provisional? —preguntó Sarah con una mezcla de preocupación y calidez. Eileen, al escucharla, se emocionó aún más.

—Es mejor así, pero deberías irte antes de que alguien nos vea... —la preocupación era evidente en la voz de Eileen.

—No te preocupes, me he encargado de que se le imponga un castigo —Sarah no pudo evitar sonreír con satisfacción.

—¿De verdad? —Eileen abrió mucho los ojos, sorprendida.

—Sí, tenía razones más que suficientes para hacerlo —Sarah miró al cielo estrellado, sintiéndose aliviada.

—¿Estás bien? Nunca te había visto así... —Eileen la observaba con una mezcla de curiosidad y gratitud.

—Estoy mejor que nunca... —Sarah respondió con sinceridad.

—Lamento mucho haberte involucrado en esa apuesta, pero era la única forma de poder hablar contigo... —Eileen desvió la mirada hacia las gradas, llena de arrepentimiento.

—Está bien, por eso estoy aquí. Quiero darte ánimos, sé que vas a ganar. Aunque odio admitirlo, Slytherin perderá —Sarah confesó, aunque su voz estaba cargada de una cálida sinceridad.

—Gracias, eso significa mucho para mí...

—No hay de qué. Aunque, ¿sabes qué podría ser aún más lindo? —Sarah miró a Eileen con un brillo travieso en los ojos.

—¡Muero por saberlo! —Eileen respondió con entusiasmo.

Sin pensarlo dos veces, Sarah comenzó a acariciar suavemente el cabello de Eileen. Esta última se emocionó aún más, sintiendo que no quería que ese momento acabara nunca.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora