44. Confesiones a Medianoche

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Sarah se acercó a Eileen, y ambas subieron juntas. En el pasillo del piso superior, Eileen se detuvo frente a Sarah con una mirada grave.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —preguntó Eileen, notando el nerviosismo de Sarah.

—Porque me pones nerviosa. Quiero decir, cuando estás así...

—Dime la verdad —Eileen puso los ojos en blanco y la miró directamente a los ojos.

—¡Es la verdad! Mira, mejor me voy a descansar, estoy agotada...

—De acuerdo, te dejo en paz...

Eileen se acercó a Sarah y le dio un pequeño beso en la mejilla, justo cerca de sus labios, antes de salir corriendo hacia su habitación con una gran sonrisa en el rostro.

Sarah, sabiendo que Eileen había planeado todo esto, se dirigió a la habitación de Eileen con tranquilidad. Cuando llegó, cerró la puerta suavemente para no hacer ruido. Eileen estaba de espaldas, y Sarah se acercó sigilosamente, haciéndole cosquillas. Al grito de sorpresa de Eileen, Sarah tuvo que cubrirle la boca, y Eileen se giró inmediatamente, tomándola por la cintura.

—No vuelvas a hacer eso, alguien podría habernos descubierto —advirtió Sarah, aunque sonreía.

—Lo siento, pero no podía esperar más. Te extrañé demasiado...

—Yo también, pero recuerda lo que podría pasar si alguien se entera... —se abrazó a su cuello—. Me duele tanto como a ti, pero solo quiero que estés bien, y eso incluye mantener esto en secreto.

—Es muy complicado. Por cierto, ¿tuviste un buen día hoy?

—De los mejores, y todo gracias a ti. ¿Cómo has organizado todo esto?

—Uno de mis talentos ocultos y un poco de ayuda de Sirius...

—Tienes muchos talentos, ¿no? Y eso que la lista soy yo —dijo Sarah, riendo dulcemente.

—Creo que todavía no le agrado a tu hermano —admitió Eileen, algo sonrojada.

—Te dije que no es un problema. Deja de preocuparte por eso...

—Lo sé, perdón...

—Oh, cállate ya. Sé lo que intentas hacer y por qué me has traído aquí...

Sarah, con determinación, le dio un largo beso en los labios. Eileen se sorprendió, notando cuánto había avanzado Sarah en estas semanas. Cuando se separaron, Sarah se dejó caer en la cama con un suspiro de satisfacción. Eileen la miró con curiosidad, pero Sarah permaneció en silencio hasta que ella habló.

—¿Qué? ¿No vas a venir? ¿Dónde está mi Eileen atrevida?

—¿Te sientes bien? —preguntó Eileen, claramente sorprendida pero sin desagradarle la actitud de Sarah.

—Creo que sí. Solo ven aquí, por favor.

Eileen accedió a la solicitud de Sarah y se quedó a su lado, mientras la joven pronto se quedó profundamente dormida. Eileen consideró dejarla pasar la noche ahí, pero recordó las palabras de Sarah y supo que no podía ser tan obvia si quería que las cosas funcionaran. Decidió esperar un momento, observando a Sarah con una mezcla de anhelo y cariño, como si fuera lo más valioso en su vida. Cuando estuvo segura de que no había nadie cerca, la cargó con cuidado y la llevó de vuelta a su habitación.

La acomodó delicadamente en la cama, la arropó para que no pasara frío y le dio un suave beso en la mejilla antes de regresar a su propia habitación. Eileen se dejó caer en su cama, el cansancio del día la venció rápidamente mientras recordaba los momentos que había compartido con Sarah y escuchaba el sonido de la lluvia golpeando su ventana.

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora