Eternidad (yaoi)

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  • Dedicado a Athenna
                                    

            —Estas en mi camino.

            —¿Qué?

            Yui miró sorprendido al chico que tenía ante él. Era la primera vez que lo veía tan de cerca y, aunque ya se había acostumbrado a verlo por los pasillos del instituto, tenerlo tan cerca de él lo ponía nervioso. A esa distancia se podía apreciar mucho mejor el color dorado de sus afilados ojos o la piel blanca y perfecta de su rostro o cuello.

            —Me estorbas. Aparta, échate a un lado, lárgate, como prefieras oírlo, pero hazlo ahora. Tengo prisa.

            Masato Asaki. Ese era el nombre del chico y, a pesar de que la primera vez que lo vio se quedó vergonzosamente admirado por su atractivo y elegancia, en ese momento, tras cruzar sus primeras palabras con él desde que se había trasladado a ese instituto hacía ya dos semanas, lo consideraba un completo imbécil.

            —¿Qué te pasa? ¿Estás sordo? —chilló Asaki mirándolo desde tal vez, diez centímetros más que el metro setenta de Yui. Éste no respondió rápidamente. Apretó los dientes para que no le chirriaran pero tampoco se movió para dejarlo pasar al aula vacía. Asaki, a su vez, apoyó una mano en el marco de la puerta y reclinó la cabeza sobre ella, permitiendo que diversos mechones de su cabello fino y negro cayeran juguetonamente sobre su rostro—. ¿Qué pasa? ¿Acaso quieres que te firme un autógrafo?

            ¡Sería cabrón! ¿Dónde quedaban las sonrisas melosas y encantadoras de portada de revista que dedicaba a todas las chicas del instituto? ¿Y las frases amables y respetuosas tanto a compañeros o profesores cuando alguien se dirigía a él? ¿Qué demonios le pasaba a aquel modelo estúpido y vanidoso? Desde su llegada había montado un buen alboroto entre la mayor parte de las estudiantes, que se habían puesto a chillar desesperadas y escandalizadas. Los profesores habían tenido que mantener el orden y conducir al muchacho hasta su aula, donde las chicas formaron una barricada a su alrededor y no dejaron que ninguna otra se acercara a él. A Yui también le intrigó la presencia de alguien famoso en el instituto y había ido junto a sus amigos a verlo en una de las horas libres. A pesar de todo el alboroto, el se mostraba tranquilo y sereno y sonreía amablemente, manteniendo las distancias de forma que nadie se sintiera desplazado o se llegara a pensar que una chica adquiría mayor interés por él que otra. Desde ese primer día, Yui lo había estado observando disimuladamente.

            —¿De qué vas, gilipollas? —protestó Yui furioso, sintiéndose engañado por la falsa fachada del modelo —. Esta es mi clase; eres tú quien me impide el paso. Hazte a un lado— exigió, lanzándole una airada expresión.

            —Uyyy —se mofó Asaki divertido por su desafío.

            —¿Qué te ocurre? Tal vez necesites que te arregle un poco la cara —rugió, molesto por la sonrisa burlona del otro.

            —Me gusta tal y como está —respondió juguetonamente—. Además, ¿cómo iba a dejar que tú me arreglaras nada si no eres capaz de mejorarte la tuya?

            ¿De qué iba aquel tío? ¡Maldita sea! Si aquello llegaba a una pelea real y golpeaba a Asaki las chicas se lanzarían sobre él como arpías y lo destriparían sin intentar oír su explicación. Realmente todo el ambiente del instituto cambiaría hacia él. Los rumores se extenderían y lo acusarían de haberlo golpeado por envidia o algún otro rumor retorcido. El año de instituto que le quedaba se convertiría en un infierno. Y claro, si era modelo y le golpeaba en la cara..., ¿podría demandarlo? Su rabia pasó rápidamente a confusión, enfriándole los ánimos para una pelea. Sin decir una palabra más, agarró con fuerza su mochila y, asegurándose que empujaba a Asaki al pasar junto a él para hacerlo a un lado, salió de la clase y se alejó por el desierto pasillo.

Eternidad (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora