Eternidad (chico x chico)

Capitulo 36

—¿Qué tal con... ya sabes... tu novio?

            Yui fulminó a Isahi con la mirada antes de que Tamaka lo apartara prudentemente y se ubicara entre los dos.

            —Déjame en paz.

            —¿No hicisteis las paces?

            Yui sintió una punzada en el pecho y estuvo tentado de dejarse caer en la primera esquina oscura que encontrase y comenzar a autocompadecerse.

            —No creo que se pueda ser más imbécil de lo que yo lo he sido.

            Tamaka enarcó una ceja.

            —¿Puedo ayudarte en algo?        

            Yui sacudió la cabeza, amargado,

            —No.

            Ni siquiera sabía como ayudarse él mismo como para decir a los demás qué podían hacer por él.

            —¿No va a venir Masato hoy tampoco a clase?

            Isahi inclinó la cabeza para poder mirarlo desde el otro lado de Tamaka y Yui hizo una mueca.

            No quería pensar en Asaki... Realmente no era que no quisiera pensar en el modelo, sino que ya le bastaba solo para estar todo el día suspirando, compadeciéndose y pensando en él y en lo que estaría haciendo seguramente como para que los demás le hablasen de él.

            —¡Y yo que sé!

            Y se adelantó, incapaz de seguir al lado de sus amigos.

            —¿Qué he dicho de malo? —murmuró Isahi a su espalda.

            —Cállate de una vez.

            Yui miró a los grandes grupos de los miembros de fans de Asaki al pasar hacia la puerta de acceso al instituto, evitando a Suzuki y a la inseparable Ichiko cuando las vio aparecer por uno de los lados, sintiendo como la culpa le consumía y seguro de que esas arpías conocían lo sucedido... al menos parte de lo ocurrido. Posiblemente Asaki les había pedido que no volvieran a facilitarle su dirección o había llamado a la bruja de la presidenta de su club de fans para que lo consolase... La idea le ponía furioso... y le hacía sentir más culpable.

            No podía evitar sentir celos... miedo... eso era lo que realmente sentía cuando pensaba en el modelo. Tenía miedo de ser uno más, alguien tan desechable como todos los demás... Desear ser especial para alguien era agotador y dejaba un sabor muy amargo en la boca.

            Pero también sabía que ya no sólo era la primera vez que se comportaba como un idiota y le reprochaba a Asaki sobre algo que no había hecho y la idea de ir de nuevo a pedirle perdón le desanimaba más que el angustioso paso del tiempo sin haberlo visto.

            ¡Maldita sea!

            No sólo no lo había visto, sino que no sabía nada de él desde que se había marchado del antro repleto de depravados donde vivía y trabajaba su hermana, quien había mandado a Natsu que le escoltara hasta un hospital cuando volvió a derrumbarse y que se quedara con él hasta que apareciera un familiar, Asaki o pudiera volver a casa.

            Asaki no apareció.

            Y tampoco tenía ningún familiar a quien llamar.