Eternidad (chico x chico)

Capitulo 3

Yui se dejó caer encima de la cama. La casa se encontraba tan silenciosa como siempre, más callada que de costumbre, tal vez, o al menos eso era lo que se le antojaba. Rodó sobre su costado y apoyó la cabeza en el brazo, deprimido. Había sido un día horrible. Desde el primer momento había comenzado mal, pero había terminado mucho peor. Miró furioso el librillo que Ichiko le había dado, con la misma expresión de lástima que siempre le dedicaba, como si su propia existencia fuera una perdida de tiempo, y apretó los dientes al recordar la obra de teatro. ¡Una maldita obra de teatro! ¡Todo había sido por una maldita obra de teatro! ¿Tan chiflada estaba las arpías esas como para armar todo ese jaleo por una interpretación? ¿Se habían vuelto locas? ¡Y todo por un maldito bastardo con cara mona que era gay! Sonrió perverso y se incorporó bruscamente. ¿Y qué pasaría si se enteraban que Masato era gay? Tal vez la obra no se llegara a hacer...

            Durante un rato comenzó a maquinar un plan para desprestigiar al modelo, pero a medida que las ideas se volvían más escabrosas y absurdas, la brillante idea se convirtió en desesperación. Además, ¿Por qué iban a creerle? Todos dirían que se lo había invitado por celos o envidia. La idea lo hizo enfurecerse más y agarró el libreto con la intención de golpear la pared con él, pero antes de lanzarlo, miró la portada perfectamente encuadernada de terciopelo negro y sintió un estremecimiento. ¿Hasta qué punto estaba de loca Suzuki como para molestarse en decorar de esa manera el guión? ¿O había sido idea de Ichiko? Aún no había decidido cual de las dos daba más grima, pero sin lugar a dudas, comenzaba a sospechar que primero tendría que pasar por el cadáver de Ichiko para poder estrangular a la presidenta del maldito club de fans de Masato.

            Miró con ansiedad el libro y, manteniéndolo a una distancia considerable de su cuerpo, como si pudiera atacarle en cualquier momento, lo abrió con la intención de quemarlo como la obra fuera una interpretación de algo tan empalagoso como Romeo y Julieta o cualquier otro ridículo cuento de hadas. Pero de las hojas pulcramente mecanografiadas con tinta negra y clara no salieron afilados cuchillos para atacarle y lo que pudo distinguir a esa distancia, tampoco parecía un dialogo de algún cuento que recordara.

            Con precaución lo acercó más a él y retrocedió hasta la primera hoja para averiguar el titulo del libro, ya que éste no se encontraba en la portada y, por lo que comprobó, era porque simplemente no había un titulo. Miró fastidiado el guión y la rabia volvió a invadirle, tentándolo a tirar el libro, pero no fue capaz. Sólo había una razón por la que había aceptado interpretar el papel que Suzuki le había dado, y era porque la maldita arpía se había encargado de presionarle y obligarle a que aceptara. ¡Y de la manera más ruin que pudo encontrar! Aunque aún le corroía la idea de tener que interpretar el papel femenino... ¿Por qué tenía que hacer él de mujer? ¡Era tan frustrante! ¡Tan humillante! ¡Y sólo por ese marica de Masato!

            —¡Argggggg!  —chilló, apretando los puños mientras dejaba caer el libro encima de la cama—. ¡Maldita zorra!

            ¡Más le valía a Suzuki cumplir con su palabra y solucionar el problema en que le había metido con Ayumi!

            "No te preocupes por eso" —había dicho con su tranquilo tono de autosuficiencia—. "El lunes cuando llegues a clase estará solucionado... de la forma más prudente, por supuesto"

            —¡Por supuesto! —exclamó al silencio que reinaba en la habitación, furioso. ¡Qué considerada!

            Se levantó de la cama y caminó hasta la mesa donde tenía la minicadena y buscó entre los Cds alguno que se asemejara a su actual estado de ánimo, pero ya los tenía escuchados todos, demasiado, y no había ninguno que le apeteciera escucharlo. Con un movimiento mecánico, dejó de enredar con ellos y encendió la radio, con la esperanza de escuchar entre los nuevos singels, algún grupo o canción que le llamara la atención.