Capitulo 10

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            Cuando volvió a casa, faltaba poco tiempo para que amaneciera. Yui entró y miró de mal humor el pequeño rastro humano que aún seguía por el cuarto de estar, sin detenerse demasiado en comprobar quienes eran. Estaban todos dormidos y varios ronquidos resonaban por toda la casa, haciendo que el dolor de cabeza de Yui se acentuara y resistió la tentación de comenzar a patear al responsable.

            Tampoco necesitaba buscar entre los rostros desconocidos para saber que Tamaka e Isahi estarían entre ellos. Isahi, seguramente, tirado en el suelo y Tamaka seguiría ocupando el mismo lugar del sofá donde había pasado la mayor parte de la velada.

            Se fue directamente hacia la cocina, deteniéndose unos segundos para apretar los dientes y maldecir varias veces a Suzuki por ser la responsable o, al menos, la culpable del desastre que había dentro. Cuando comprendió que nada volaría solo hasta su sitio o se fregaría sin su ayuda, comenzó a recoger los vasos y dejarlos sobre el fregadero y tiró en una bolsa de basura todo aquello inservible.

            —Suzuki dijo que enviaría a alguien a primera hora para limpiar la casa. No hace falta que te encargues tú.

            Yui dejó caer uno de los platos de plástico al oír la aterciopelada voz de Asaki desde la puerta y cuando consiguió reponerse de la sorpresa, giró mecánicamente la cabeza y miró nervioso al modelo. Estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y el pelo ligeramente revuelto, dándole un aspecto salvaje, como si hubiera pasado horas preparándose para una llamativa sesión fotográfica. Se obligó a apartar la cabeza, bajando la mirada hacia el suelo y agradeció que no hubiera sido un plato de cristal.

            — ¿A quién enviará? —preguntó con voz ronca, nada interesado en esa conversación y dudando de si la arpía cumpliría con eso. Pero necesitaba una salida; un tema de conversación para mantener la mente despejada, a Asaki ocupado y sabía que lo mejor era mostrarse natural, como si no hubiera pasado nada.

            —No lo se.

            Asaki se encogió de hombros y se apartó de la puerta, caminando hacia el interior. Yui se puso rígido, agarrando con fuerza la bolsa de basura y la apretó contra su cuerpo.

            —Ah... puedo limpiarlo yo solo. He tenido suficiente dosis de amigos de Suzuki para todo un año —Toda la eternidad realmente—. Ah... ¿Qué tal te encuentras? Yo no acostumbro a emborracharme mucho, pero donde mejor se pasa la resaca es en la cama. ¿Te duele la cabeza? Creo que tengo alguna aspirina por algún sitio...

            Yui comenzó a abrir y cerrar los armarios y cajones, buscando desesperado algo para dar a Asaki y, con un poco de suerte, convencerlo para que saliera de la cocina y poder respirar un poco sin necesidad de ahogarse por la proximidad del modelo.

            —No te molestes. No hace falta.

            —Dame un segundo. Estoy seguro de que Isahi dejó unas cuantas cuando se quedó la última vez a dormir en casa... ¡Ah! Aquí esta.

            Se dio la vuelta, triunfal y le tendió la caja de aspirinas prácticamente vacía a Asaki, quien miró el medicamento, sin llegar a tocarlo y volvió a levantar los ojos, clavándolos en el rostro de Yui.

            —Acababa de llegar, Yui —E hizo una pausa, tal vez para darle la oportunidad a que su mente recapacitara las palabras que acababa de oír—. Y no acostumbro a beber en fiestas de este estilo. No puedo permitírmelo dada mi situación.

            — ¿Eh?

            Yui siguió con el brazo extendido y las aspirinas a mitad de camino de Asaki, sin que nada ni nadie fuera a moverlas de allí. ¿Qué había dicho? Poco a poco Yui fue perdiendo el color de la cara o, tal vez, tiñéndola de algún tono extraño. Estaba seguro de que alguna vena en su cerebro debía haberse reventado, ya que nunca en su mísera vida se había sentido tan mal.

Eternidad (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora