Capitulo 13

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            Yui dejó que el agua cayera sobre su cabeza unos minutos antes de golpear la pared de la ducha con el puño ¡Mierda! ¡Maldita sea!  ¿Cómo podía haberse corrido delante del maldito Asaki? No, joder, no; delante no, en su maldita mano. ¿Podía estar tan desesperado?

—Vaya, apestas —había dicho Asaki, tapándose la nariz con los dedos; unas manos que se había limpiado tan escrupulosamente que, viniendo de alguien que tenía su moral sexual barriendo las calles, le había hecho sentir un miserable—. Dúchate o algo. Y ya puestos, haz algo con tu amigo. Los dos apestáis a vomito.

Cerró el grifo con fuerza y permaneció dentro de la ducha, con la cabeza apoyada en los azulejos y los ojos cerrados. Estaba agotado. Físicamente porque había tenido que limpiar y cambiar a Isahi que había pataleado y vomitado otra vez en el suelo a medio camino del cuarto de baño. Masato se había limitado a rodear la parte trasera del sofá y dejarse caer sobre él, buscando el mando de la televisión, alegando que ni era su problema, ni era su amigo. ¡Era tan engreídamente insoportable! Y moralmente... simplemente Asaki le agotaba.

—¿Necesitas que te frote la espalda?

Yui abrió los ojos de golpe cuando la puerta corredera de la ducha se abrió y se giró bruscamente.

Asaki ladeó graciosamente la cabeza, sin apartar decorosamente la mirada de su entrepierna. Yui notó como todo el calor subía hasta sus mejillas y buscó desesperado la toalla que había dejado colgada en la puerta.

—¿Qué estás haciendo? —farfulló, rodeándose precipitadamente la cintura con la toalla—. ¡Maldito pervertido! ¡Sal fuera!

—No es que sea gran cosa —murmuró Asaki levantando la cabeza hasta mirarlo directamente a la cara, clavando en él sus burlones ojos dorados—. Pero puedo conformarme.

Se encogió de hombros y Yui creyó que comenzaría a echar humo por las orejas.

—¿Qué...? —gruñó avergonzado—. ¡Vete a la mierda, Masato! ¡Cómo si el tuyo fuera gran cosa!

—¿Quieres verlo? —La expresión de Asaki se animó y, llevándose la mano a los pantalones, comenzó a desabrochárselos.

—Espera, espera —pidió Yui, echándose hacia atrás.

Las manos del modelo se detuvieron y sus ojos dorados le lanzaron una fulminante mirada de odio.

Yui se estremecido.

—Dame un respiro, ¿quieres? Isahi esta en el salón, ¿vale? ¿Te has vuelto loco?

—No parece que tuvieras ese problema cuando te corriste en mi mano... nada más tocarte.

Y, Yui suponía, con una humillante vergüenza, que Asaki pasaría el resto de su vida recordándoselo.

—Eso fue...

—Sí, ¿qué fue eso?

El cuerpo de Asaki se adentró un poco más en la estrecha ducha y Yui se apretujó más contra los azulejos, agarrando patéticamente la toalla con una mano cuando vio como el modelo descendía la mirada hasta ella.

—¿Qué mierda estás haciendo?

—¿A ti qué te parece?

—Si piensas tomar una ducha hazlo cuando yo me vaya —protestó Yui, sin ánimos para huir por la pequeña brecha que dejaba el cuerpo del modelo.

—Da la casualidad —dijo Asaki—, que lo que quiero es a ti.

Yui miró sorprendido a Asaki y no reaccionó cuando el modelo inclinó la cabeza para lamer las gotas que se deslizaban por su cuello. Dio un respingo, pero no trató de detener el avance de los labios de Masato por su cuello y sus hombros, deteniéndose a mordisquear uno de sus pezones.

Eternidad (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora