Capitulo 32

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Yui intentó ignorar la forma en la que el corazón se había agitado con una sacudida. ¡Era la maldita y enferma experiencia de Asaki en esos temas lo que le hacía reaccionar de esa manera! Carraspeó ruidosamente y miró a otra aparte, apartando su mano y sintiendo como sudaba cada vez más.

            —¿De qué...? ¿De qué demonios estás hablando?

            Se movió hacia un lado, deseando apartarse del cuerpo de Asaki, de su mirada. Necesitaba ignorar las propias emociones de su cuerpo y la proximidad del modelo no le ayudaba precisamente y se detuvo frente a la cama, mirándola como si todos los celos y el rencor que sentía en ese momento pudiera traspasárselos a ella, como si quisiera culpar a la cama de todo lo que Asaki había estado haciendo en ella.

            —Nunca lo haría en este lugar. Me da asco.

            Yui abrió mucho los ojos cuando se vio rodeado por los brazos de Asaki.

            —Me da igual si quieres hacerlo en el suelo —soltó Masato mordisqueándole el lóbulo de la oreja—, aunque es un poco duro, pero si a ti no te importa...

            —¿Pero qué...?

            Intentó apartarlo, pero Asaki lo rodeó con más fuerza, aprisionando su espalda en su pecho y frotó su entrepierna en sus nalgas, haciendo que Yui se estremeciera involuntariamente.

            —Tu cuerpo también quiere esto —la voz de Asaki se escuchaba embriagadora en su oído—. Tú también deberías ser más honesto.

            —No es no —gruñó, notando como su voz no tenía la fuerza que debía—. Además, aún me duele —reconoció de mala gana.

            El aliento del modelo hacia cosquillas en la piel de su cuello y Yui se estremeció.

            —Si puedes moverte, también puedes hacerlo, ¿no?

            Yui apretó los dientes y agarró los brazos de Asaki, apartándolos de su cintura y se dio la vuelta para enfrentarlo.

            —¿Qué mierda de razonamiento es ese?

            ¿Qué mierda de actitud era esa? ¿Por qué había tenido que llevarle a aquel lugar? Asaki ladeó la cabeza juguetonamente y sonrió.

            —No tengo ningún razonamiento —admitió sin vergüenza—. Sólo quiero hacértelo; lo demás no me importa.

            Yui hizo una mueca, cambiando lentamente de una expresión a otra sin saber qué decir. Sentía un sudor frío recorriéndole el cuerpo y un bochornoso calor en su palpitante sexo y en su cabeza. Mierda... aquello no iba bien.

            —Estás enfermo.

            —Lo estoy.

            Y la sonrisa de Asaki se hizo más grande, dándole un empujoncito para que retrocediera y tropezara con el borde de la cama, cayendo sentado sobre ella. Masato posó una rodilla entre sus piernas y se inclinó hacia él, agarrándolo suavemente por el cabello y empujó su cabeza hacia atrás, bajando lentamente su cabeza hasta alcanzar casi el rostro de Yui y sacó la lengua, lamiendo sus labios antes de introducir la lengua entre ellos, besándolo con la misma intensidad con la que siempre lo hacia.

            —Siento molestar.

            Yui miró sorprendido a través del cuerpo de Asaki. Una mujer no mucho mayor que ellos los observaba desde la puerta, aún sacando la llave de la cerradura. Tenía una expresión indescifrable, pero Yui ya conocía esa sonrisa burlona y ese brillo malicioso en unos ojos color negro.

Eternidad (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora