Capítulo 20.

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El sol de la mañana entra suavemente a través de las cortinas. Abro los ojos pero el peso de estos días me golpea de inmediato. Mi discusión si es que puede llamarse así con Daniel, despedirme de Enzo nuevamente, volver a casa y sentirme con las manos vacías... Todos estos días han sido como volver a abrir una herida que pensé que estaba cerrada hace tiempo.

A mi lado Daniel aún duerme, tranquilo y ajeno a todo lo que me sigue rondando la mente. Su respiración es constante y no quiero despertarlo, me alegra que él haya sido capaz de conciliar el sueño.

Me levanto con cuidado con la esperanza de que mi movimiento no lo despierte, me siento al borde de la cama y dejo dejo que mis pies toquen el frío suelo para después levantarme y salir con cuidado de la habitación. Aunque no estoy sola, los recuerdos de la boda me acompañan, el recuerdo de volver a a bailar con Enzo, o el simple hecho de darme cuenta de que una parte de mí siempre será suya. Pero me debo a Daniel, sé que lo amo y que me importa profundamente, pero sin embargo, me he dado cuenta de que Enzo es una sombra del pasado, de la que no puedo despegarme.

Miro el reloj, es temprano. Debería salir a buscar algo de desayuno y que el paseo me ayude a ordenar mis pensamientos o a encontrar algo de paz o quizás sea mejor quedarme en casa y darme una ducha.

Me decido por la ducha de agua caliente y me visto con algo sencillo pero cómodo, hoy no me apetece esmerarme demasiado. Vuelvo al dormitorio para coger mi bolso y veo que Daniel está despertando, sus ojos se abren lentamente y al verme me sonríe con suavidad.

-¿Has dormido bien?-pregunto.

-De maravilla. ¿Vas a algún lado?-pregunta incorporándose en la cama.

-A por el desayuno, o a dar un paseo... Necesito salir un rato a pasear-digo mientras me siento a su lado en la cama.

Mi corazón estaba divido. Enzo fue el gran amor de mi vida, con quien me hubiese gustado disfrutar de mis años y de nuestras aventuras, pero es mi pasado. Pero Daniel es mi ancla, mi presente y el hombre que me sostiene cuando siento que me caigo. Sé que lo correcto es amarle a él, quererle y quedarme a su lado para siempre, pero las dudas me están invadiendo.

-¿Quieres que te acompañe?-pregunta.

Asiento y sonrío a modo respuesta. Apoyo mi cabeza en su hombro mientras me acaricia el pelo y eso me hace sonreír.

-¿Qué te parece si esta tarde vamos al cine? Hay una película nueva de miedo y creo que puede estar interesante-dice como si supiera lo que necesito.

La propuesta es simple, pero suena bien, quizás porque es Daniel la compañía y siempre deseo hacer cosas con él ya que nuestro tiempo juntos es escaso por nuestros empleos. Lo cual me hace reforzar que debo avisar a Alexis de que hoy no iré y debe encargarse solo de la tienda.

-Está bien, vamos al cine-digo sintiéndome aliviada.

El resto del día lo pasamos tumbados en la cama, hacía años que no disfrutábamos de un momento así y sinceramente creo que esto es todo lo que necesitaba. No tengo dudas en que amo a Daniel con todo mi corazón y en que él me ama a mí aún más de lo que puedo llegar a imaginar y eso me hace feliz y creo que por ahora este sentimiento es suficiente.

Nos preparamos rápido para ir al cine. Y aunque me tomo mi tiempo para maquillarme como siempre, esta vez lo hago con más prisas mientras que Daniel se da una ducha y se viste en tiempo récord. Cualquier duda que pudiese tener, ha desaparecido al ver su sonrisa cuando me ve lista.

-Eres una mujer increíble Irina-dice.

Caminamos por las calles de la ciudad, tan llena de gente como es habitual en Madrid. Siempre he sido más nocturna que diurna por lo que la luz de la luna y de las farolas encendidas me transmiten una calma que necesitaba sentir en el día de hoy.

Entramos al cine y el aire acondicionado nos recibe con frescura. Las luces de la sala son tenues y para nuestra fortuna, la sala está casi vacía por lo que nos sentamos en mejores asientos de los que habíamos escogido. Daniel me entrega mis palomitas y esperamos a que comience la película. Todo esto hace que desconecte por un rato, lo cual estoy agradecida.

De vez en cuando Daniel me coge de la mano y me sonríe en la oscuridad, lo cual me da una sensación de tranquilidad y estabilidad, como si al menos algo en mi vida estuviese en su lugar. No sé si algún día seré capaz de olvidar del todo a Enzo, pero al menos ahora puedo disfrutar de este momento con Daniel. Aquí y ahora. Eso es lo que me repito constantemente.

-Gracias por esto amor, lo necesitaba-digo saliendo del cine después de la gran película que nos ha encantado.

-Vamos a casa, ha sido suficiente por hoy-dice agarrando mi mano.

Siento que Daniel está cargando con un peso más grande del que pueda soportar, él ha sido conocedor de mi mentira durante todos estos años y a pesar de saber que tengo dudas de mis sentimientos, sigue aquí conmigo, sin abandonarme, como nunca antes ha hecho.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora