Capítulo 11.

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Cojo el teléfono y marco el número de mi padre. Llegando a casa me han entrado los nervios y necesito hablar con él antes de ver a Daniel.

Mi padre me ofrece ir a su casa y no lo dudo ni un segundo. Camino en dirección a la que antes era mi casa y entro por la puerta con las llaves que aún sigo teniendo. Mi padre como siempre me está esperando en el sofá del salón.

-Cariño, qué alegría verte.

-Hola papá-digo con la voz un poco quebrada.

-¿Qué te pasa? Sabía que tu llamada no era por algo bueno...

-¿Podemos sentarnos a hablar?-le digo.

Mi padre se sienta en el sofá y me sienta en sus piernas como cuando era pequeña. Me apoyo en su pecho y me relajo al notar el cariño de mi padre. Me acaricia el pelo e intenta tranquilizarme.

-¿Qué ha pasado? ¿Es por Daniel?

-No, Daniel y yo estamos bien. Es algo más complicado que eso...

-¿Estás embarazada?-pregunta sorprendido.

-No papá, es Enzo... Enzo ha vuelto.

Mi padre se incorpora en el sofá y me mira sorprendido ante mis palabras. Veo como sus ojos muestran preocupación y nervios.

Mi padre no sabe la verdadera historia, pero me conoce lo suficiente como para saber que en un pasado me enamoré de Enzo.

-¿Cómo que ha vuelto Irina?

-Ha aparecido en la tienda, pero eso no es lo peor, lo peor es que va a casarse...-digo evitando llorar al pronunciar las palabras.

-¿Va a casarse?

Mi padre niega con la cabeza. Siempre supo que Enzo estaba enamorado de mí, pero lo que no creo que se imagine es que yo llegué a amarle más de lo que puede imaginarse.

-Si. Y me ha invitado a la boda... A mí y a Alexis-le cuento.

-¿Cómo estás? Eso es lo más importante, saber cómo estás tú ante la noticia.

-¿Si te dijese que estoy mal sería una persona horrible?

-No. Claro que no. Mira cielo, quizás me hayas ocultado cosas en esta vida no significa que no te conozca mejor de lo que crees. Soy tu padre, lo sé todo con mirarte, no lo olvides.

-¿A qué te refieres?-preguntó extrañada al no saber a lo que se refiere.

-Irina, en todos tus años de vida no te he visto mirar a alguien como mirabas a Enzo, ni siquiera a Daniel. Sé lo mucho que amabas a ese chico y que te rompió el corazón cuando se marchó. Pero que vaya a casarse ahora es algo que no puedes evitar, la gente avanza y progresa, como tú lo has hecho también, ahora tienes una gran vida junto a un hombre que te ama y al que amas también, no pierdas eso por un amor del pasado que ya no es correspondido.

Mi padre tiene razón, en todo. Cada palabra que sale por su boca es la realidad. Perder a Daniel por el amor que tuve en el pasado hacia Enzo sería un error y seguir pensando en aquellos días a su lado sería marcharme a mí misma. Ahora Enzo ha hecho su vida y yo tengo la mía también, a pesar de lo que nos amamos en el pasado no deja de ser eso, el pasado y no se puede vivir estancado en él, hay que vivir el presente y luchar por un futuro y eso es lo que debo hacer.

-Quiero que sepas que amo a Daniel con todo mi corazón-digo llorando.

-No necesito que me lo digas Irina, lo sé y lo veo todos los días. Sois una pareja ejemplar, pero es normal que ver a Enzo te provoque dudas sobre tus sentimientos, no quiero que te sientas culpable de que tu corazón pueda sentir. Hace años no eras capaz de sentir absolutamente nada y ahora eres capaz de tener sentimiento, así que jamás vuelvas a sentirte culpable por querer a alguien. Nunca.

-A veces pienso que quizás debería haber tomado otra decisión, pero luego me doy cuenta de que no tendría esta vida tan maravillosa y no hubiese conocido a Daniel. Sé que Daniel me ama con locura, pero yo amaba a Enzo más de lo que soy capaz de admitir.

-A veces no puedes escoger a la persona que amas, si no a quien te ama.

Nos mantenemos en silencio, abrazados todavía. La charla con mi padre me ha servido para quitarme los nervios que tenía por ver a Daniel después de lo ocurrido hoy, pero sin duda también me ha servido para darme cuenta de que hay amores que nunca se olvidan y que son eternos precisamente, porque son imposibles.

Nuestro amor fue fugaz, ni siquiera fue nada formalizado, simplemente fuimos dos personas que se amaron pero no era el momento. Fue la persona indicada en el peor momento. Yo era débil y cobarde para admitirle que le quería, por eso jamás funcionó, porque el miedo que tenía era más grande que el amor que sentía. A veces decisiones pequeñas llevan a grandes cambios, estoy segura de que el momento en el que decidí no decirle que le quería fue cuando abrí la puerta a mi nueva vida con Daniel, si le hubiese dicho la verdad el hombre al que quiero hoy en día se hubiese quedado en el recuerdo de que me devolvió la cartera que se me cayó en la calle y nada más.

Mi madre siempre decía que cuando una puerta se cierra es porque una ventana se abre y que razón tenía.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora