Capítulo 39.

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Estoy en el porche, mirando el agua mientras las olas se estrellan contra la orilla. Todo aquí parece tan eterno, tan sólido, y sin embargo, yo siento que me estoy desmoronando.

La decisión la tomé anoche, tumbada en la cama, mirando al techo de esta casa llena de recuerdos. No puedo quedarme más tiempo. Por mucho que mi corazón quiera aferrarse a este lugar, a este hombre, no puedo ignorar el caos que hay dentro de mí. Necesito tiempo, distancia, algo que me permita aclarar quién soy y qué quiero. Sobretodo a quien quiero a mi lado, porque ahora mismo, no lo sé.

Escucho pasos detrás de mí, y sé que es Enzo antes de siquiera girarme. Tiene esa manera de caminar que siempre me resultó familiar, como si mi instinto le reconociera, como si todo a su alrededor tuviera que ajustarse a él.

- ¿Estás bien? -me pregunta, con la voz más suave de lo habitual.

Asiento, aunque no sé si es verdad. Miro hacia el lago una última vez antes de girarme hacia él. No sé cómo afrontar este momento y me aterra su reacción.

-Alexis está de camino. Me voy.

Lo veo tensarse, como si mi voz lo hubiera golpeado físicamente. Su expresión pasa de la incredulidad al dolor en cuestión de segundos. Acabo de destrozarlo y soy consciente.

- ¿Te vas? -repite, como si no pudiera comprenderlo.

-Sí. Creo que es lo mejor. Necesito alejarme de ti, aunque me duela hasta el corazón.

Enzo da un paso hacia mí, y puedo ver la lucha interna en sus ojos. Es raro verlo así, tan vulnerable. He visto a Enzo de todas las formas posibles, pero ahora algo en su mirada es diferente, como si fuese el dolor más grande que ha sentido nunca.

-Irina, por favor. No te vayas. Quédate un poco más. Podemos... no sé, podemos intentar arreglar las cosas. No puedo estar aquí sin ti.

-No es tan fácil, Enzo. -Mi voz tiembla, y tengo que tragar saliva para mantenerme firme. -Estar aquí me hace sentir cosas que no sé cómo manejar. Y Daniel está en nuestra casa pensando que la mujer que ama, le está respetando.

- ¿Y qué pasa con lo que yo siento? -pregunta, y hay un tono de desesperación en su voz que me rompe. —¿Vas a irte sin más?

Cierro los ojos por un momento, intentando mantenerme firme, pero es como si sus palabras tuvieran el poder de deshacer todas mis defensas.

-Eso es lo que me duele, Enzo. Que sé que ambos sufriremos, pero si me quedo aquí, hay otra persona que está sufriendo y ni siquiera lo sabe. Tengo que hablar con Daniel y aclarar mis ideas. Espero que lo entiendas. -Y aunque te ame, quiero a mi novio con todas mis fuerzas. Y no puedo seguir dividiendo mi corazón en dos. No es justo para nadie.

Enzo me mira como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar. Veo cómo sus manos se tensan a los lados de su cuerpo, cómo lucha por encontrar las palabras adecuadas.

-Si me amas, ¿por qué te vas?

-Porque quererte no es suficiente, Enzo. Necesito encontrarme a mí misma otra vez, porque cada vez que estás en mi vida, me pierdo. -Mi voz se rompe al final, y sé que él puede sentir lo difícil que es esto para mí.

Un coche se detiene en la entrada, y sé que es Alexis. Respiro hondo, intentando reunir el valor para dar el siguiente paso.

-Tengo que irme.

-Por favor Irina, no hagas esto...

-Esta vez soy yo quien se va y no quiero que me busques, porque volveré a estar perdida otra vez sin ti y solo tú eres capaz de encontrarme.

Enzo da un paso más hacia mí, y por un momento creo que va a detenerme, que va a sujetarme del brazo y pedirme que no me vaya de nuevo. Pero en lugar de eso, simplemente asiente, aunque su expresión es un cúmulo de emociones que no puedo descifrar por completo.

-Si en algún momento aclaras tus ideas, ya sabes dónde estoy- dice finalmente, con una voz tan baja que apenas lo escucho.

No respondo. No confío en mi voz en este momento, así que simplemente asiento y lo abrazo por última vez antes de caminar hacia el coche de Alexis. Él sale del coche y me ayuda a cargar mis cosas en el maletero. No pregunta nada, y estoy agradecida por eso.

Antes de entrar al coche, miro hacia atrás una última vez. Enzo está en el porche, con las manos en los bolsillos, observándome con una mezcla de tristeza y cansancio por todo esto. Por un momento, nuestras miradas se encuentran, y siento que el mundo entero se detiene.

Cuando Alexis arranca el coche, las lágrimas comienzan a caer, silenciosas, imparables. No miro hacia atrás porque sé que, si lo hago, no tendré fuerzas para seguir adelante.

- ¿Quieres hablar?

-No... -respondo a mi amigo entre lágrimas.

No sé cómo enfrentarme a Daniel. No sé qué hacer cuando entre por la puerta y me encuentre con él. Debo decirle la verdad cuanto antes y eso me está matando por dentro.

Dejo atrás al hombre al que amo por enfrentarme al otro hombre al también amo.

Esta lucha interna tiene que terminar en algún momento y necesito que sea cuanto antes. No puedo pasarme el resto de mi vida dudando entre dos personas y haciendo daño a ambas y sobretodo, a mí misma.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora