Han pasado siete días desde aquella cena con Alexis y Edi. Siete días de estar atrapada en mi propia cabeza, con pensamientos que dan vueltas sin descanso. El silencio de la casa de mi padre, que al principio sentía como un refugio, ahora pesa como una losa.
Esta mañana me despierto con una claridad inesperada. No puedo seguir escapando. La tienda es mi vida, mi esfuerzo, mi constancia. Dejarla atrás no va a solucionar nada. Me levanto y me visto con algo cómodo, ignorando las ojeras marcadas en mi rostro.
- ¿Vuelves a casa? -pregunta mi padre desde la cocina cuando bajo. Está leyendo el guión y repasando, como siempre, con una taza de café a su lado.
-Sí, voy a la tienda, a mi verdadero hogar. No puedo dejar que Alexis lo haga todo solo. Y además, ya llevo mucho tiempo encerrada aquí.
Él asiente, pero puedo ver la preocupación en sus ojos. No dice nada más, y yo tampoco. Ambos sabemos que no hay nada más que decir.
Tomo las llaves y salgo, dejando atrás el refugio seguro de esta casa. El camino a la tienda me resulta más corto de lo que recordaba, y antes de darme cuenta estoy frente a la puerta. Respiro hondo antes de abrirla.
Alexis está detrás del mostrador, organizando unos papeles. Cuando me ve, levanta la vista y sonríe, una sonrisa que es mitad alivio, mitad reproche.
-Por fin apareces. Estaba a punto de poner un cartel de "Se busca".
-Gracias por encargarte de todo —respondo, ignorando su tono burlón y abrazándole.
-Es tu tienda, Irina. No iba a dejar que se desmoronara. Además, bastante desmoronada está tu vida, al menos con la tienda puedo ayudar- dice aún burlándose, pero en el buen sentido lo cual me hace sonreír.
- ¿Cómo han ido las cosas?
-Bastante bien, considerando las circunstancias. Hay un par de pedidos grandes que tenemos que revisar, pero nada urgente- hace un parón y después me mira-. Y Enzo pasó por aquí ayer...
La mención de Enzo me deja un nudo en la garganta, pero lo ignoro. No quiero que eso arruine mi vuelta al trabajo ni la felicidad de volver a estar aquí con mi amigo. Me enfoco en la lista de tareas que Alexis me da, usando la rutina como una distracción.
A lo largo del día, las cosas se sienten casi normales. Organizo estanterías, reviso inventarios y atiendo a un par de clientes habituales que se alegran de verme otra vez por aquí. Es extraño cómo el trabajo puede silenciar, al menos temporalmente, las voces en mi cabeza.
Cuando llega la hora de cerrar, Alexis se queda conmigo para recoger.
-Me alegra verte aquí otra vez -dice mientras barre el suelo.
-Me alegra estar aquí, contigo- respondo, y es verdad.
Pero sé que volver a la tienda no arregla todo. No borra lo que siento, ni las decisiones que aún tengo que tomar. Mientras apago las luces y cierro la puerta, me doy cuenta de que este es solo el primer paso.
He vuelto a la tienda, pero ahora debo decidir si puedo volver a mi vida.
Al llegar a casa de mi padre, el silencio vuelve a recibirme. Las luces del salón están apagadas, pero hay un tenue resplandor proveniente de la cocina. Encuentro a mi padre allí, sentado con un vaso de vino en la mano.
- ¿Cómo te fue en la tienda? -pregunta sin mirarme, pero sé que ha estado esperando esta conversación.
-Bien. Alexis lo ha hecho muy bien mientras yo... -me detengo, buscando las palabras adecuadas- mientras yo no estaba.
Mi padre asiente lentamente, como si evaluara mis palabras. Me siento frente a él y dejo caer mi bolso al suelo.
-Fue extraño volver. Como si todo estuviera igual, pero al mismo tiempo no lo estuviera.
Él me observa en silencio por un momento, como si intentara decidir qué decir. Finalmente, da un sorbo de vino antes de hablar.
-A veces volver a un lugar que amas es más difícil que irte de él.
Sus palabras me golpean más de lo que esperaba, porque en el fondo sé que no está hablando solo de la tienda.
-Papá... -digo con un suspiro, incapaz de mantener la conversación en la superficie-. No sé qué estoy haciendo.
- ¿Quieres hablar de ello? -pregunta con suavidad.
Lo miro, sintiendo que mi garganta se cierra. Asiento, porque sé que no puedo seguir guardándolo todo dentro.
-Fui infiel al hombre que amo papá y no sé si me arrepiento- digo finalmente, las palabras cayendo como un peso que llevaba días cargando.
Mi padre no reacciona de inmediato. Deja el vaso de vino en la mesa y se inclina hacia mí, sus ojos llenos de preocupación y comprensión.
- ¿Por qué crees que lo hiciste?
-Cuando estoy con Enzo, es como si el tiempo retrocediera. Como si todo lo que pasó entre nosotros no hubiera terminado nunca.
Mi padre asiente lentamente, procesando mis palabras.
-Y con Daniel... ¿cómo te sientes?
-Le quiero. De verdad que le quiero. -Mis ojos se llenan de lágrimas-. Es un hombre bueno, pero no puedo evitar sentir que una parte de mí sigue atrapada en el pasado.
Mi padre me observa con una mezcla de tristeza y amor.
-Entonces debes hacerte una pregunta, muy simple. ¿Imaginas un futuro al lado de Daniel?
-Claro, llevo cuatro años luchando por ello- digo melancólica al recordar nuestra relación.
- ¿Y al lado de Enzo?
Su pregunta se queda en el aire, llenando el silencio entre nosotros. No sé qué responderle porque quizás ni yo tenga la respuesta. Con Enzo nunca hubo ni siquiera un presente, nunca fuimos nada más que dos personas enamoradas que jamás se unieron. Pero Daniel y yo construimos juntos una vida, una casa, una rutina, una estabilidad y un hogar juntos.
-Si no sabes qué responder, quizás sea esa la respuesta que necesitas- dice serio, intentando hacerme ver cuál es la realidad de lo que en realidad quiero.
Mi padre suspira, pero no me presiona más. Se levanta de su asiento y rodea la mesa para abrazarme.
-Tómate tu tiempo, Irina. Solo tú puedes decidir qué es lo correcto para ti.
Asiento contra su pecho, dejando que sus palabras se hundan en mí. Por primera vez en días, siento que tengo permiso para no tener todas las respuestas de inmediato.
Pero en el fondo, sé que el tiempo no puede borrar lo inevitable. Tarde o temprano, tendré que elegir. Y esta conversación con mi padre, creo que me ha hecho abrir los ojos aunque sea un poco, sobre la decisión que debo escoger.
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La Saga Destino: Perderme.
RomanceSegundo libro de la saga destino. Cinco años han pasado desde que Irina tomó una de las decisiones más difíciles de su vida, abandonar a Enzo. Dicen que dejar ir a quien amas es una forma cobarde de amar, pero ella sabía que debía dejarle ir para q...