Llego a casa y lo primero que veo es que Daniel ha preparado la cena y ha decorado la casa con rosas y velas.
-¿Qué haces aquí tan pronto? Iba a salir en cinco minutos hacia el trabajo-dice acercándose a mí.
-Me he dado el lujo de salir antes para estar contigo-miento.
-¿Estás bien?-me pregunta después de darme un beso.
-Claro-vuelvo a mentir.
Le sonrío y caminamos hacia la mesa. Daniel me separa la silla para que me siente y después vuelve a colocarla.
-¿A qué se debe todo esto?-le pregunto.
-¿Desde cuando tengo que tener un motivo para querer hacerle una buena cena a mi novia?-me pregunta mientras se sienta.
Siempre ha sido muy detallista, jamás he sentido que no me quiera y se ha pasado cada día de estos cuatro años demostrándome que me quiere sin descanso. A veces pienso que jamás podré quererle de la misma forma que él me quiere a mí. Le miro y mi cabeza vuelve a estabilizarse, las dudas y los nervios que tenía hace diez minutos han desaparecido. Daniel es mi lugar seguro en este mundo y no hay nadie que me tranquilice tanto como él.
Quererle siempre ha sido fácil, de hecho sería imposible no hacerlo. Me enamoré de él como una loca con el paso de los meses y no tardé en darme cuenta de que todo había tenido sentido, todas las cosas malas por las que he pasado habían cobrado sentido en el momento en el que él apareció. Antes decía que mi madre me había mandado a Daniel para que me cuidase y me quisiera y a día de hoy sigo pensando que él es mi ángel en esta vida.
-¿Cómo ha ido el día?-me pregunta mientras cenamos.
-Bien. Nada importante ya sabes-respondo mordiendo un trozo de pizza casera.
-Bueno, eso significa que ha sido buen día cariño, me alegro-dice sonriendo.
Al cabo de un rato, recogemos los platos y Daniel se pone a fregar la cocina mientras que yo subo a la planta de arriba para desmaquillarme y ponerme el pijama.
Pongo música para relajarme y para intentar pensar lo menos posible en Enzo. Me aplico crema y aceite en la cara y me masajeo hasta impregnar todo bien. Me cepillo el pelo y lo recojo en una trenza para dormir más cómoda. Ahora soy mucho más rubia que antes, llevo un par de años así y he de reconocer que me gusta más, me ilumina más la cara.
La puerta del baño suena y veo que Daniel abre para después entrar.
-¿Vas a decirme qué ocurre?
Me quedo paralizada ante su pregunta. No sé qué responder o al menos que es lo que debería decirle.
-¿Por qué me preguntas?
-Irina no respondas a mi pregunta con otra por favor, no me mientas, dime qué pasa-dice cogiendo mi mano.
Me armo de valor y cojo aire antes de soltar nada por la boca. Aprieto su mano y me esfuerzo por no derramar ni una lágrima.
-¿Te acuerdas de Enzo?
-El chico que era tu amigo, al que le ofrecieron aquella película, ¿no?
-El mismo...-cojo aire y lo miro-Ha vuelto.
-¡Eso es maravilloso! Debes estar emocionada por ello, me alegro-me dice.
Me odio. Odio haberle mentido todos estos años y odio mentirle ahora. Él piensa que estoy feliz y que es una gran noticia, pero no lo es.
-Ha venido hoy a la tienda porque va a casarse y nos ha invitado a Alexis y a mí.
-¡Tendrás que comprarte un gran vestido! Debes ir la más guapa de todas, incluso más guapa que la novia. Aunque eso no es difícil, porque eres una belleza-dice dándome un beso en la frente.
-¿Quieres venir?-le pregunto.
Me arrepiento en el acto de lo que acabo de preguntar. No soportaría que Daniel viniese y enfrentarme a ver como el hombre al que tanto he querido se casa mientras que yo estoy con mi nuevo amor.
-No Irina. Es tu amigo y te ha invitado a ti, yo no le conozco y no debo ir, te lo pasarás bien y cuando vengas de la boda me contarás todo con detalles, ¿vale?
Asiento con la cabeza y le miro con los ojos llenos de amor. Tengo demasiada suerte al tenerle y sé que no le merezco.
ESTÁS LEYENDO
La Saga Destino: Perderme.
RomanceSegundo libro de la saga destino. Cinco años han pasado desde que Irina tomó una de las decisiones más difíciles de su vida, abandonar a Enzo. Dicen que dejar ir a quien amas es una forma cobarde de amar, pero ella sabía que debía dejarle ir para q...