Capítulo 4.

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Levanto el cierre y me dirijo a apagar la alarma, continúo encendiendo luces y colocando lo que ayer faltó por terminar. Barro y friego la tienda después de limpiar el polvo y pongo la radio para que se alegre todo un poco con música.

"SNAP de Rosa Linn" está sonando.

Recuerdo la de veces que la escuché durante meses y meses junto con "Atlantis" la canción que me mandó Enzo el día del aeropuerto.

Pasé noches llorando y sin poder dormir deseando que todo fuese mentira y él nunca se hubiese ido. Pedía todas las noches que regresara a mí y fuésemos felices juntos, pero nunca volvió. A los meses, con la ayuda de la gente que quiero el dolor fue disminuyendo, Enzo ya no estaba las veinticuatro horas del día en mi cabeza y dejé de estar pendiente de la televisión por si salía alguna imagen suya. Recuerdo como me apagué cuando se marchó, como quise renunciar a mi sueño y tirar todo por la borda. Su partida me dolió más de lo que podía imaginar, pero hice lo correcto, quería que fuera feliz y que triunfase en sus sueños, a pesar de que eso me destrozase el corazón. Tardé mucho en tener la conciencia tranquila y en darme cuenta de que lo hice fue la decisión correcta.

De vez en cuando me acuerdo de él y de los días tan maravillosos que pasamos juntos, de los buenos y los malos momentos, de aquellos días donde tumbarnos a mirar el cielo era nuestro plan favorito y de cuando bailábamos como dos locos canciones de Elvis, canciones que nunca pude volver a escuchar. Tampoco he vuelto a hacer muchas cosas, nunca volví a ver mi película favorita y jamás volví al teatro de mi padre, donde comenzó toda nuestra historia.

Siento que si hiciese todas esas cosas mi mente traería de nuevo a Enzo y quizás, solo quizás, no lo soportaría.

Quiero a Daniel, con todo mi corazón, pero Enzo siempre tendrá un hueco en mi corazón el cual nadie podrá ocupar. Enzo llegó a mi vida y me ayudó en todo lo que pudo siempre, me quiso y me amó a pesar de que yo nunca le confesé mis sentimientos y jamás se rindió conmigo, me demostró siempre cuánto le importaba y me regaló los días más maravillosos de mi vida.

Con el tiempo, Alexis dejó de preguntarme a diario que si ya había superado ese tema, en el fondo sé que lo hizo porque cada vez que tenía que hablar de él, mi corazón se partía en pedazos y no era capaz de evitar llorar. Alexis ha sido siempre la única persona que ha conocido la verdad sobre mis sentimientos y ha sido el único apoyo que he tenido respecto al tema de Enzo, ya que Daniel sigue pensando que fue un simple amigo, y mi padre vive engañado creyendo que solo fue una confusión de sentimientos por mi parte y que nunca me enamoré de él.

Vuelvo a la realidad cuando una señora entra a la tienda a recoger un traje que encargó hace un par de días para su hijo, el cual se casa.

-Ha quedado precioso Irina, gracias.

-De nada, ha sido todo un placer-digo.

-Ya le he dicho a todas mis amigas y conocidas que tienen que venir a comprar aquí-dice sonriendo.

-Muchísimas gracias-sonrío de vuelta.

La señora me entrega los doscientos cincuenta euros del traje y sale por la puerta, encantada con su compra.

A día de hoy todavía no he recibido una mala crítica y eso me enorgullece. Hace unos años todo esto me parecía algo imposible y ahora, simplemente es mi rutina. Es cierto eso que dicen que cuando alcanzas tu mayor sueño sientes un gran vacío porque ahora tienes que pasar tu vida dedicándote a buscar otro sueño para cumplir y eso es a lo que dedico la mayor parte del tiempo cuando estoy sola, a pensar simplemente en cuál será mi próximo sueño por cumplir.

Casarme, tener hijos, vivir en la playa, tener un perro, abrir más tiendas... Son unas de las posibles opciones, a las cuales considero mis próximos sueños por cumplir, pero no me sirven, quiero algo más, siempre quiero más.

Me volví demasiado ambiciosa cuando logré ver mi tienda abierta y según pasaban los días y veía que a la gente le gustaba tanto como a mí supe que era capaz de conseguir cosas mucho más grandes.

Viajar sola por el mundo siempre me ha parecido una gran opción, pero ni mi trabajo ni mi amor por Daniel me lo permite, así que eliminé esa opción de mi mente y aunque hayamos hecho varios viajes juntos, no es lo mismo. Ser una gran modista, desapareció también de mi mente cuando supe que no tendría un gran futuro con ello y a día de hoy, no hay ningún otro sueño que quiera cumplir, al menos no de momento.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora