Capítulo 30.

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Despierto con los ojos hinchados y la cabeza pesada. La luz de la mañana me está haciendo daño a los ojos, los cuales han estado derramando lágrimas durante toda la noche. Pero no tengo fuerzas para cerrar las cortinas, ni para moverme de la cama, donde parece que nada duele tanto, donde puedo pretender, aunque sea por un momento, que todo lo que ha pasado no es real.

Las imágenes de la tienda destruida se repiten en mi cabeza, una y otra vez, como una pesadilla que no me deja en paz. Me duele la traición, el esfuerzo, el vacío y la pérdida, pero sobre todo me duele haber creído que las cosas podrían ir bien entre Lucía y yo, que había una oportunidad de reconstruir lo que una vez tuvimos.

Sigo pensando en Lucía y en lo que debería hacer. Denunciarla sería lo lógico, lo correcto, pero no puedo. A pesar de todo lo malo una parte de mí aun recuerda a la amiga que fue, a la amiga que un día quise como una hermana. No puede caer más bajo de lo que ha caído, no puede criar a un hijo en la cárcel, no mientras yo pueda impedirlo. La dejaré ir y algún día, lo olvidaré. Y aunque esto me dolerá durante mucho tiempo, prefiero eso a cargar con el peso de arruinarle la vida.

Escucho un golpe suave en la puerta. No espero visitas, Daniel está trabajando desde casa y él no llamaría a la puerta. Pero antes de que pueda reaccionar la puerta se abre y la cabeza de Alexis se asoma a la habitación.

-Irina...-dice acercándose al borde de la cama hasta tumbarse para abrazarme-No voy a preguntarte cómo estás, pero si debo decirte que me tienes para lo que necesites.

Suspiro y cierro los ojos. Una parte de mí desea que se vaya, pero otra sabe que le necesito. Necesito a mi amigo, al único que puede comprenderme siempre en todo. Y más en temas de amistad.

-Por favor, no te vayas. No puedo hacer esto sola, no tengo fuerzas-digo con la voz quebrada.

-No voy a irme. Y no tienes que hacer esto sola, pero no dejes que te consuma, no te apagues por favor... No permitas que alguien tenga tanto poder sobre tu luz propia-dice.

Y por un momento, siento un gran apoyo. Que alguien me entiende y comprende lo que estoy pasando.

-Me avisaste Alexis y confié en ella. Pensé que podía cambiar y que sería diferente. Que volveríamos a ser amigas algún día.

-A veces las personas no cambian y está bien. No es culpa tuya-me dice apretando mi mano con fuerza.

Sé que tiene razón, pero también sé que no es tan fácil como dice. Todo duelo tarda tiempo en superarse. Que me lo digan a mí, que llevo cinco años intentando superar a un amor que ni siquiera existió.

-Me vendré un par de días aquí, creo que te vendrá bien tener compañía. Por las mañanas iré a la tienda y después vendré a estar contigo.

Me abraza y siento que mi corazón está tranquilo y en calma a su lado. Que después de todo este caos, mi amigo puede darme un poco de calma.

-Ahora debo irme, pero vendré pronto. Tengo cosas que hacer-dice serio.

Antes de que pueda decirle nada, sale de la habitación, dejándome sola de nuevo. Me quedo en silencio, sin saber que acaba de ocurrir. Estoy demasiado agotada para preguntar, pero sé que trama algo. Conozco a Alexis mejor que él a sí mismo y sé que hay algo detrás de esas palabras, pero no quiero pensarlo.

Alexis es maduro e inteligente, sabrá qué hacer y lo que está bien o mal, así que no me queda otra en que mi amigo sabrá lo que hacer por mi bien siempre. Si es que en realidad trama algo y no es mi cabeza de nuevo jugándome una mala pasada.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora