Capítulo 26.

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La mañana en la tienda es tranquila y por primera vez en varios días, todo parece estar en calma. Estoy concentrada organizando pedidos cuando una vez suena desde el otro lado del mostrador.

-¿Sabes una cosa? Creo que deberíamos salir esta noche, necesitas despejarte un poco-dice Alexis.

Dudo un instante, pero la verdad es que siento que necesito un respiro, que necesito un espacio para simplemente dejarme llevar.

-Está bien. Acepto que salgamos esta noche.

Horas después, con un vestido negro y unos tacones de aguja, el lugar está lleno de gente, música y un ambiente energético donde parece que todo el mundo lo pasa en grande mientras bailan. Alexis y yo bebemos, reímos y charlamos. Cada canción parece invitarme a perderme un poco más.

Nos movemos al ritmo de la música y por un instante siento que el mundo se reduce a esta burbuja de luces, risas y despreocupación. Me río hasta que me duelen las mejillas y Alexis se esfuerza por hacerme reír más aún improvisando unos bailes ridículos.

-¡Basta! Eres un desastre bailando Alexis.

-No lo niego. ¿Pero quién a venido aquí para ser perfectos? Yo no cariño, así que... ¡A bailar!

Asiento, agradecida por su amistad. Nos hundimos de nuevo en la música. Por un instante de verdad que logro olvidar, logro sentirme libre de cualquier peso.

Pero entonces, cuando menos lo espero, entre la gente una figura familiar aparece. Mi cuerpo se congela y el mundo parece detenerse.

Es él. Es Enzo, otra vez.

Quizás es solo mi imaginación o es culpa del alcohol. Pero según se acerca a mí entiendo que no, que es real y que está caminando hacia mí. Su mirada se encuentra con la mía y siento como todo el espacio a nuestro alrededor se desvanece.

Mi corazón late con fuerza y sé que tengo que salir de aquí. Todo lo que creía haber superado con alcohol y en esta fiesta, se desploma en un segundo.

Sin decir nada a Alexis, giró sobre mis talones y corro hacia la salida . El aire fresco de la noche me golpea con fuerza, pero ni siquiera eso calma el torbellino dentro de mí. No necesito volverme para saber que me sigue, que en algún lugar de mí mente, deseo que lo haga.

-¡Irina espera por favor!

Oigo su voz y no me detengo. Sigo caminando, intentando ignorar las emociones que estallan en mi pecho, pero los pasos de Enzo se acercan hasta que oigo su voz, suave, detrás mía.

-¡Para por favor!

Pero no me detengo, no puedo hacerlo. Porque ahora sé que siempre será una parte de mí que no podré olvidar, por mucho que lo intente.

-¡Irina cuidado!

El mundo se desvanece a mi alrededor, como si la noche me envolviera en un abrazo oscuro. La voz de Enzo se disuelve en el eco de mis pensamientos y de repente, todo se oscurece.

Cuando finalmente abro los ojos, parpadeo un par de veces para despejar la visión borrosa. Al principio, no entiendo dónde estoy. Luego el ambiente, la disposición de los muebles y el olor familiar me despiertan una sensación de Déjà Vu que me deja sin aliento. Estoy en la habitación de Enzo.

Todo sigue como lo recordaba, cada detalle es tan claro que duele. Todo está tan lleno de su presencia, tan cargado de recuerdos, que es como si el pasado hubiera regresado con fuerza para atraparme otra vez.

Intento sentarme y noto una punzada en la cabeza, como si me hubiese golpeado. Me llevo una mano a la frente, recordando confusamente la noche anterior, el encuentro, la huida, el alcohol... Y entonces él aparece en la puerta, mirándome con esa mezcla de preocupación y ternura que alguna vez me fue tan familiar.

-¿Estás bien?-pregunta con una voz suave.

Veo que llevo una camiseta suya, que mi vestido está en una silla colgado, por lo que imagino que anoche pasó algo de lo que pueda arrepentirme, ya que no recuerdo nada.

-¿Qué...? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está Alexis?

Enzo se acerca lentamente, dejándose caer en una silla junto a la cama, manteniendo una distancia prudente.

-Alexis está durmiendo en el sofá, no quería dejarte sola. Saliste corriendo y... Te desmayaste en la calle, habías bebido mucho y no podía dejarte sola.

Asiento, pero la confusión sigue siendo un caos. Miro a mi alrededor y la nostalgia me invade con con una intensidad abrumadora. Es como si esta casa guardase una parte de mí, una versión de Irina que dejé atrás al decidir alejarme de Enzo.

-No tendrías que hacer esto, a propósito, gracias por salvarme.

Enzo parece leer mis pensamientos, porque su expresión se suaviza aún más según oye mis palabras. Él me conoce, o quizás lo hacía antes.

-Irina, no pretendo ser un obstáculo en tu vida, por lo que no volverás a verme. Me voy de la ciudad.

Me quedo congelada. No puede irse, no ahora que nos hemos encontrado. Aunque en el fondo sé que es lo correcto. Si él se queda, jamás podré olvidarle.

-No te vayas, al menos no por mí. No merezco eso.

-Nos hemos encontrado por alguna razón, quizás por aprendizaje, por recuerdos o simplemente haya sido el destino...

-El destino no existe Enzo.

-Existe. El destino es caprichoso, quizás haya querido ponernos a prueba.

-El destino me ha hecho darme cuenta de que una parte de mí, estará atada a ti hasta el final de mis días.

Levanto la vista y lo encuentro mirándome con una sinceridad tan brutal que me deja sin palabras. Quiero decirle que le quiero y que se quede conmigo, pero también quiero decirle que mi vida ahora es diferente, que dejarlo ir fue la decisión más difícil que he tomado y que de alguna manera sigo sin poder hacerlo por completo.

-He soñado durante años con que algún día me mirases y sintieses que tenías todo lo que siempre quisiste-dice cabizbajo.

-Enzo, cada vez que vuelves a mi vida... No sé cómo actuar, no sé cómo seguir. Tengo una vida que no quiero perder y debo irme si pretendo conservarla.

Él asiente, como si entendiese cada palabra aunque no le guste escucharlas.

-Serás feliz Irina, no tengo dudas. Y aunque no pueda verlo, me hará feliz saber que lo eres.

Intento levantarme y él me ofrece su mano. La tomo, sintiendo esa calidez tan familiar y entonces lo entiendo, esto es una despedida.

-Gracias Enzo, por esto. Por todo en realidad. Pero necesito volver a mi vida...

-Gracias a ti Irina. Tú me lo diste todo, lo único que pudiese pedir es que hubiese durado para siempre-dice saliendo de la habitación.

Y es entonces cuando sonrío tristemente y cojo mi vestido para después ponérmelo. Salgo de la habitación y aviso a Alexis de que debemos irnos.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora