Capítulo 38.

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Mi cuerpo está agotado, pero mi mente no encuentra descanso y aveces, dudo que en algún momento lo haga.

Me levanto lentamente, la mañana es tranquila, pero esa quietud es solo una fachada. Al mirar mi reflejo en el espejo, veo los rastros de una noche llena de emociones y dilemas sin resolver. Me siento vacía, como si algo en mí estuviera colgando, esperando a caer.

El desayuno es silencioso. Enzo está en la cocina, moviéndose de un lado a otro sin decir una palabra. La tensión entre nosotros aún persiste, aunque ninguno de los dos la menciona. Es raro, estar juntos en el mismo espacio, pero con tanta distancia entre nosotros. Ambos sabemos lo que volvió a pasar anoche, otro beso, otra noche de pasión sin poder evitar, pero no hay nada más que decir. No por ahora.

-Enzo... He estado pensando en todo y no creo que esto sea buena idea.

-Irina si es lo que quieres, lo respetaré. No voy a retenerte. Y aunque yo sea tuyo, tú mereces ser libre y elegir a la persona que te haga feliz, incluso si eso pone en peligro mi felicidad.

- ¿Qué quieres decir con eso?

-Soy tuyo, desde la primera vez que te vi, malhumorada, como si el mundo te debiese algo y seré tuyo hasta que mi corazón deje de latir. Pero no puedo pedirte que te quedes conmigo, aunque espero que lo hagas en el fondo.

-Enzo no te voy a pedir que me esperes, sería injusto para ambos. Yo viviría coaccionada y tú no vivirías tranquilo sabiendo si volveré o no.

-Te esperé cinco años, te esperaría otros cinco más o incluso toda la vida, pero seamos honestos, ambos sabemos que no volverás.

¿Volvería? No lo sé, tal vez. Quizás deba irme con Daniel para saber si necesito volver con Enzo o si mi sitio es al lado de la persona con la que hace años construí la maravillosa vida que tengo ahora.

-Eso nadie lo sabe, ni tú ni yo sabemos lo que puede pasar en un futuro. Enzo tengo claro que te quiero como jamas he querido a alguien, pero querer no es todo, por eso debo irme.

Sus ojos se llenan de lágrimas al escuchar mis últimas palabras. Esto es una despedida, ambos sabemos que es mejor así. Pero no sé si es definitiva o temporal, pero aunque quiera, no puedo quedarme a su lado.

-Hablas como si yo solo fuese el culpable de esto Irina y no es así.

- ¿Quieres que me culpe? Vale, lo haré. Asumo la culpa de haberme enamorado de ti y de haber ido en contra de mis principios, porque te quiero.

Enzo me mira. Sé que no es suficiente para él, pero no puedo darle más, no puedo simplemente abandonar a Daniel. No debo.

Rompo a llorar porque en el fondo no quiero despedirme. No quiero decirle adiós y no quiero que esto acabe. Enzo se acerca y me abraza, como si él sintiese lo mismo que yo. Como si pudiese estar experimentando mi dolor.

- ¿Vas a irte?

-No sé qué hacer Enzo... Si le hiciese caso a mi mente estaría yendo a estar con Daniel, pero mi corazón me pide a gritos que me quede contigo y me aterra pensar que ambas cosas nunca vayan a ir de la mano.

Besa mi frente. Me ama y lo sé. Y espero en el fondo de mi corazón que sepa cuánto le amo yo.

-Necesito que me prometas que esta noche volveremos a ser los que fuimos en un pasado, solo eso. Por favor, necesito olvidar toda esta mierda- dice suplicando.

Siento que debo hacerlo. Que nos lo debo. Y es así como quiero pasar esta noche, quizás la última noche a su lado.

Ambos nos preparamos para la cena. Me pongo aquel vestido blanco que tanto le gustaba, ese que lleva años sin salir de mi armario. Él se viste de negro, como casi siempre. Recojo mi pelo en una coleta y me maquillo sutilmente.

Enzo termina antes por lo que empieza a preparar la cena mientras yo sigo discutiendo conmigo misma por lo que debería hacer.

La cena es agradable, tal y como prometimos. Hablamos de su película y de mi tienda, de cómo nos ha ido todos estos años separados y de lo que nos ha hecho felices.

-He pasado cinco años queriendo llamarte cada vez que me pasaba algo y siempre terminaba pensando que seguramente estabas demasiado ocupada como para prestarme atención.

No le respondo. Porque en el fondo me duele que diga que no le hubiese prestado atención, aunque quizás tenga razón. He estado muy ocupada con la tienda y siendo feliz con Daniel, pero siempre me he acordado de Enzo, siempre.

Cojo su mano y le sonrío. Quiero que sienta que le entiendo y que yo también he estado en su situación. Durante el primer año mientras superaba su pérdida sentía estar en un pozo sin fondo, uno del que no podía salir, hasta que llegó Daniel y trajo color a mi vida.

-Me perdí tantas veces, tantos días cuando te fuiste, que fue la única forma de entender que esa fue, la forma de encontrarme.

-No sé cómo sentirme ante ese comentario- dice riendo y esbozando una sonrisa.

Enzo decide poner música para que bailemos. Esa siempre fue una forma de distraernos y evadirnos de la realidad y lo sigue siendo por alguna razón. Porque se me olvida todo mientras damos giros por el salón, riéndonos y haciendo demostraciones de pasos nuevos.

Enzo se detiene y se acerca a mí. Coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja y me mira a los labios. Yo le observo y todo lo que hay a nuestro alrededor parece desvanecerse.

-Tú eres mi Magari.

-¿Magari?

-Significa "ojalá" y es para expresar un deseo inmenso de que algo suceda. Tú siempre serás mi Magari, mi ojalá.

Sin poder detenerme me acerco aún más y le beso en los labios. Necesito sentirle cerca de nuevo. Él alarga el beso y lo hace de una forma más pasional que yo, con más sentimiento. Es un beso triste, porque lleva en él un sabor a despedida.

Enzo tiene mi corazón, lo ha tenido siempre, no puedo quitárselo, ni yo, ni nadie. Ambos sabemos que quizás siempre vayamos a estar conectados, a pesar de todo lo que pueda pasar, a pesar de que probablemente jamás volvamos a vernos.

-Lo más grande que puedes hacer por alguien es confiarle tu corazón, porque confías en que esa persona jamás podrá romperlo- digo y hago una pausa para mirarle-. Mi corazón es tuyo y sé que lo cuidarás siempre.

-Siempre. No importa el tiempo que pase, si esto es mío, lo cuidaré- dice acariciando mi corazón, el cual se acelera al sentirle.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora