Por cierto, habéis saltado en la que en el pasado fue mi cama. No sé en qué momento me dormí anoche, ya que me costó bastante conciliar el sueño por todos los recuerdos que me atormentaban la mente. en esta cama, Enzo y yo pasamos varias noches hablando y soñando juntos. Miro a mi alrededor, desorientada por un momento al no tener a Daniel a mi lado. en estos cuatro años jamás habíamos pasado una noche separados y eso hace que ya no me sienta en casa, aunque esta alguna vez lo fuese. Siento vibrar mi móvil y lo cojo rápidamente. Hay varias llamadas de Daniel y en este momento está entrando una nueva.
Mi corazón da un vuelco. En realidad no sé por qué pero hago en mi corazón dice que hay problemas.
-¿Daniel?-digo adormecida.
-Irina, gracias a Dios-responde, aunque hay algo extraño en su voz-Es... Ella...
-¡Daniel! Me estás asustando. ¿Qué ocurre?
El suspira al otro lado de la línea, como si estuviese eligiendo las palabras cuidadosamente.
-Es Lucía. No está en casa. La última vez que la vi fue anoche justo cuando nos íbamos a dormir. Y ahora no está, simplemente se ha ido...
Un nudo se forma en mi estómago y una sensación de pánico se apodera de mí.
-Voy a la tienda. Tal vez está allí, buscando algo, o... no lo sé.
Quiero asegurarme de que ella está bien, de que todo está bien en realidad.
Colgó la llamada y me despido rápidamente de mi padre, sin darle muchas explicaciones. Corro por las calles desorientada y preocupada por la que antaño fue mi amiga. Cada paso que aumenta la ansiedad en mi pecho, como si una oscura premonición se aferrase a mi corazón.
Cuando llego a la tienda, la calle está desierta y solo se oye el tintineo de las llaves en mi bolsillo. Temblorosa abro la puerta, rezando en silencio para que todo esté en orden y que Lucía esté bien. Que no haya pasado nada y no haya desaparecido.
Pero en cuanto entro a la tienda, un vacío helado, recorre mi corazón y mi cuerpo. Mis ojos se deslizan hacia el interior y noto que algo está extraño. Los estantes están vacíos en varias partes, las cajas de joyas y accesorios que suelo vender están tiradas por el suelo. Hay cristales rotos, papeles en el suelo y la caja registradora está abierta y vacía. Ya no hay nada.
-No... No puede ser-murmuro si entiendo como mi cuerpo se tambalea.
Me acerco a los estantes, como si quisiera convencerme de que todo esto es una ilusión y que nada es real. Que todo sigue en orden.
Una puntada de tradición me atraviesa cortante y dolorosa. Siento las lágrimas acumulándose en mis ojos, a pesar de que intento controlarlas. No quiero llorar. No quiero aceptar lo que veo. No puedo aceptar ni creer que Lucía después de todo, después de darle una oportunidad, de dejarle entrar de nuevo en mi vida, haya sido capaz de esto.
Caigo de rodillas delante de los estantes vacíos, sin saber si sentí rabia, tristeza o decepción. Quizás sienta ambas cosas al mismo tiempo mezclándose en un torbellino de emociones que no soy capaz de controlar. No me importa el valor de los objetos ni el dinero. Es la traición lo que me importa, es el dolor de haber vuelto a confiar en ella y dejarla entrar en mi vida y en mi hogar con Daniel para que al final, todo haya acabado convertido en pedazos.
Es el sufrimiento que siento por todo el esfuerzo y cariño, que le he dedicado a esta tienda. Por mis recuerdos construyéndola desde cero con Enzo, por las veces que Daniel ha venido con una rosa al finalizar cada una de mis jornadas, por el dinero invertido en este gran sueño que tenía. Y ahora, ya no está.
Escucho la puerta de la tienda abrirse detrás de mí y rezo en silencio que sea Lucía y no me haya traicionado, pero no es así. Levanto los ojos y veo a mi novio con una expresión preocupada al verme en el suelo y ver todo lo que hay destrozado. Se arrodilla a mi lado y me abraza con cariño y fuerza, pero esta vez ni siquiera un abrazo suyo puede calmar mi dolor. Por primera vez en cuatro años, Daniel no consigue tranquilizarme.
-Lo siento Irina-dice apretándome contra su pecho.
-Confíe en ella Daniel. Pensé que... Que esta vez sería diferente. La dejé entrar en nuestra vida... A saber qué podría haber hecho.
-Lo sé cariño, créeme que lo sé-intenta tranquilizarme mientras acaricia mi cabello.
De verdad que me encantaría que todo esto sirviese de algo, pero no es el caso. Sé que Daniel lo está intentando de corazón, pero yo en este momento lo único que puedo sentir es un dolor enorme atravesándome el pecho constantemente, sin descanso.
Nos quedamos ahí, en el suelo, entre los restos de lo que una vez fue un espacio lleno de sueños y esperanza y que ahora parece tan vacío como mi corazón. No sé cómo podré reconstruir esto y tampoco estoy segura de querer hacerlo.
Sé que algún día encontraré la forma de calmar este dolor más ahora lo veo imposible. Sé que hallaré la forma en mi corazón de volver a tener ilusión hacia esta tienda, la cual hace unos años era todo lo que quería conseguir.
Si Enzo viese esto... Si viese que nuestro esfuerzo ha sido destrozado... No sé qué pensaría. Empiezo a entender que una parte de mí se ha mantenido tan atada esta tienda porque era uno de los pocos recuerdos actuales que conservaba de Enzo. Es como si todavía se pudiese oler su perfume y de vez en cuando las paredes desprenden su risa. Y ahora, eso tampoco está. No hay nada, solo un corazón destruido y unos sueños rotos.
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La Saga Destino: Perderme.
Storie d'amoreSegundo libro de la saga destino. Cinco años han pasado desde que Irina tomó una de las decisiones más difíciles de su vida, abandonar a Enzo. Dicen que dejar ir a quien amas es una forma cobarde de amar, pero ella sabía que debía dejarle ir para q...