[\] DIECIOCHO

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D I E C I O C H O
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Sus dientes estaban por completo limpios cuando llamaron a la puerta de su apartamento, se aseguró de cerrar el canalillo del agua antes de que sus pasos se dirigieran a la puerta

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Sus dientes estaban por completo limpios cuando llamaron a la puerta de su apartamento, se aseguró de cerrar el canalillo del agua antes de que sus pasos se dirigieran a la puerta.

En el momento en que abrió la puerta, dos figuras más que conocidas aparecieron en el campo de visión de la bonita castaña, sus ojos se abrieron observándola las personas del otro lado de la puerta, que no esperaba ver tan pronto.

—¿Qué están haciendo aquí?— fue lo primero que preguntó.

—No es la respuesta que esperaba al momento de ver a tus padres Mía— la madre de la castaña se cruzó de brazos ante el rostro sorprendido de su hija, más no de la forma en la que lo esperaban.

—Cría cuervos y te sacarán los ojos, Fiorella, eso siempre decía mi madre— Añadió su padre junto a ella.

La castaña simple te volteó los ojos con una sonrisa divertida en sus labios, amaba a sus padres, pero no que aparecieran de sorpresa cuando estaba a punto de ir al trabajo.

—No es a lo que me refiero— Abrió más la puerta, permitiendo que ambas figuras ingresarán a su apartamento luego de compartir un abrazo — Solo no los esperaba aquí tan pronto, a demás ya salía al trabajo.

—Estoy segura que tu jefe comprenderá — La mujer movió su mano.

La castaña soltó una pequeña risa, ya que estaba bastante claro que no sabían quién era su jefe, y aunque puede que comprendiera, no quería llegar tarde.

—La mía Principessa, tiene razón — Intervino su padre, observando el móvil de su hija que brillaba desde la mesita de centro— Podemos esperarla, ahora es una mujer grande con responsabilidades.

—Será mi bebé toda la vida

Los ojos de la castaña volvieron a entornarse mientras buscaba sus cosas.

Su padre se acercó a la joven, Giancarlo Belucci, un hombre que a pesar de estar tocando los cincuenta años era atractivo, acarició los cabellos castaños de su hija hasta dejar un pequeño toque en la punta de su nariz, como cuando era pequeña.

—Y cuando vuelvas — Sugirió observándola con un brillo divertido en sus ojos— Podrás comentarnos quién es este Dolcezza que te mensajeo.

Los ojos de la psicóloga se abrieron ligeramente mientras guardaba su móvil como si hubiese sido descubierta en un crimen brutal.

Bueno ahora tenía todo un día para inventar el una excusa del por qué aquel chico genio tenía ese apodo en su móvil.

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Para cuando la psicóloga Belucci llegó a las oficinas de UAC, el habitual agetreo de la mañana la inundó. Observando a los distintos agentes que caminaban de un lado para otro.

𝐄𝐥𝐲𝐬𝐢𝐚𝐧 - 𝐒𝐩𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫 𝐑𝐞𝐢𝐝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora