#Elysian
-Bien, eso es una expresión más o menos ... Humana.
En donde Spencer Reid se encuentra en una extraña batalla de sarcasmo en la cual no sabe cómo entro.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MÍA BELLUCCI nunca pensó que terminaría trabajando en una prisión Federal. Cuando había escogido la carrera de Psicología forense, no pensaba que pasaría sus días frente a los criminales más peligrosos del país, personas capaces de mostrar una calma gélida en un momento y una ferocidad descontrolada al siguiente.
Era un trabajo que sin duda requería audacia, una mente afilada y mucha paciencia, pero para Mía era algo más: era un reto constante, un juego psicológico donde el peligro siempre acechaba justo al otro lado de la mesa.
Durante aquellos años no pensó que encontraría un extraño refugio en algunas palabras sarcásticas, una defensa que le permitía mantener una distancia con aquellos que veía.
Era su forma de marcar los límites, de demostrar que no se dejaría intimidar y en ocasiones incluso sus colegas no sabían si tomarse sus palabras como verdaderas o no.
Pero bajo aquella máscara, la castaña guardaba un secreto que nadie conocía, los casos habían comenzado a volverse más personales, más intensos y las barreras que había levantado, comenzaron a ceder.
Hubieron incluso noches en la que su defensa no le ayudó a protegerse del impacto emocional de su trabajo, en noches en las que sola, se preguntaba si estaba realmente bien, si podría seguir soportando el peso de todo lo que le habían confiado sus pacientes.
Finalmente llegó el día que se derramó el vaso, uno de los reclusos que había sido su paciente, apuñalo a uno de sus colegas. Una ola de emociones la sobre paso, después de aquel incidente supo que necesitaba un cambio.
La oportunidad había llegado casi por casualidad, un mensaje a su bandeja de entrada: una invitación a colaborar temporalmente con la Unidad de análisis de conducta del FBI, la UAC.
La oferta le pareció surrealista, un escape necesario de su antigua vida, sabía que sería un desafío, pero algo en su interior - quizás él mismo impulsó que la había llevado a dedicarse a la psicología criminal - le susurraba que era justo lo que necesitaba.
Así que con más de una emoción encontrada... acepto.
