[\] VEINTICUATRO

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V E I N T I C U A T R O
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Las luces fluorescentes de la UAC parpadearon débilmente mientras la noche avanzaba

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Las luces fluorescentes de la UAC parpadearon débilmente mientras la noche avanzaba. Todo el equipo había parecido vuelto regresar a su rutina luego de atrapar a Jake Miler el asesino denominado el artista.

El edificio estaba en silencio, salvo por el murmullo ocasional de los teclados y el zumbido constante del aire acondicionado.

En un rincón apartado, en la sala de reuniones  Mía Belucci permanecía iluminada, su figura estaba inclinada sobre los expedientes que tenía delante. Al parecer, no había podido concentrarse desde que habían cerrado el caso.

Los últimos días habían sido extenuases, y a pesar de los intentos de su mente por mantenerla ocupada, los recuerdos que tanto intentaba enterrar, volvían a ella con más intensidad que de costumbre.

Decidió por eso mismo quedarse trabajando hasta tarde, esperando que el cansancio finalmente la venciera y le permitiera dormir sin sueños perturbadores, sin embargo, el agotamiento emocional y mental solo servían para debilitar sus barreras.

Cuando finalmente recostó su cuerpo sobre la mesa de la sala de reuniones, sus ojos se cerraron antes de que pudiera detenerse a pensar tan solo dos segundos en ello.

La pesadilla comenzó casi de inmediato.

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Nuevamente estaba en la prisión. El aire viciado llenaba sus pulmones, y el eco de aquellas pesadas puertas de hierro resonaban en sus oídos.

Gritos se escuchaban a su alrededor, pero todo parecía difuso,como si estuviera sumergida bajo el agua. De repente en un vertiginoso cambio, se encontró a su misma en la sala de entrevistas donde todo ocurrió.

Vio el rostro del convicto que la había amenazado tantas veces; y su expresión maniática mientras gritaba más de mil incoherencias.

El pánico se apoderó de ella, cuando lo vio abalanzarse sobre su compañero Tom, el cuchillo destellaba bajo una luz mortecina. Trató de moverse, de gritar, pero su cuerpo no respondía.

Todo se desarrolló en un espantoso y cruel dejá vu: como la sangre manchaba y salpicaba las paredes, junto con los gritos desgarradores de Tom.

Los ojos fríos sobre la castaña mientas el sujeto lo apuñalaba y las palabras que lo procedían.

Tu sigues doc.

Y entonces el silencio absoluto.


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Mía se despertó con un grito ahogado, con el sudor frío empapando su frente. Durante un momento desorientado, no podía recordar siquiera dónde estaba.

𝐄𝐥𝐲𝐬𝐢𝐚𝐧 - 𝐒𝐩𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫 𝐑𝐞𝐢𝐝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora