𝐄𝐥𝐲𝐬𝐢𝐚𝐧 - 𝐒𝐩𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫 𝐑𝐞𝐢𝐝.

[\] TREINTA

T R E I N T A
[•••]

Era una mañana tranquila en la oficina de la UAC, y el aire de esa mañana estaba lleno de esa comodidad que solo se encuentra en los días en los que el trabajo no parece apresurarse.

Belucci, Morgan y García estaban sentados alrededor de la mesa en la sala común, conversando sobre nada en particular, disfrutando del raro descanso antes de que el caos habitual de la unidad de élite se desbordara.

—¿Entonces me estás diciendo que tú, Morgan, crees que el queso es la respuesta para todo? —Mía se cruzó de brazos, una sonrisa traviesa fue dibujada en su rostro mientras se recostaba en su silla.

Morgan, sentado con una taza de café en la mano, levantó una ceja, mirando a la psicóloga con un brillo desafiante en los ojos.

—No estoy diciendo que sea la única respuesta. ¡Estoy diciendo que es la mejor respuesta! ¿Quién puede resistirse a un buen trozo de cheddar? —respondió Morgan con su típica sonrisa confiada.

García, que había estado jugueteando con una tablet, interrumpió en cuanto escuchó la palabra "queso". Con una expresión entre asombrada y divertida, levantó la mano, como si estuviera haciendo un anuncio importante.

—Por favor, ¡no empiecen con el queso otra vez! —exclamó la rubia  con exageración. —El queso es un tópico agotado. Hoy tenemos que hablar de algo más importante. ¡Como el vestido azul de ese hombre que vi en la tienda de enfrente! Pero no, ustedes deciden hablar de lactosa. ¡Qué barbaridad!

Mía soltó una risa ligera. Sabía que García siempre lograba transformar cualquier conversación trivial en algo completamente diferente, y eso con honestidad le agradaba.

—Penny, todo bien, pero no hagas eso con el queso. Es demasiado importante como para que lo minimices —bromeó Mía, mirando a Morgan, quien asentía con seriedad.

García fingió una mirada de horror, pero no pudo evitar soltar una carcajada.

—Bueno, chicos, me rindo —cedió finalmente García, levantándose de la mesa. —Al final, el queso gana. Pero mi corazoncito de hacker tiene que irse a trabajar, y alguien tiene que salvar al mundo con cosas más importantes que hablar de lácteos. ¡Hasta luego!

Mía y Morgan la vieron alejarse, disfrutando el momento ligero, cuando de repente la puerta de la oficina se abrió de golpe. Hotch entró con su típica seriedad, acompañado de una expresión que dejaba claro que había algo urgente en el ambiente.

—Reúnanse en la sala de briefing —ordenó Hotch con voz firme. —Tenemos un nuevo caso.

La tranquilidad se desvaneció al instante, y fue reemplazada por el sentido de urgencia que siempre acompañaba una misión de la UAC.

Mía intercambió una mirada rápida con Morgan antes de ponerse en pie, al mismo tiempo que ambos se dirigían hacia la sala de briefing.

[•••]