[\]CINCUENTA

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C I N C U E N T A
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Dos semanas pasaron y la habitación en la que Mia despertó seguía siendo la misma: paredes descascaradas, el leve olor a humedad, y la penumbra opresiva que apenas dejaba filtrar algo de luz a través de las ventanas selladas

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Dos semanas pasaron y la habitación en la que Mia despertó seguía siendo la misma: paredes descascaradas, el leve olor a humedad, y la penumbra opresiva que apenas dejaba filtrar algo de luz a través de las ventanas selladas.

Su cabeza palpitaba, probablemente a causa del sedante que Jim le había administrado, y el frío del metal alrededor de su muñeca le recordaba que aún estaba encadenada a la cama.

Trató de regular su respiración, buscando no caer presa del pánico. Sabía que debía mantener la cabeza fría si quería encontrar una forma de salir de ahí, pero cada vez se hacía mucho más difícil poder mantenerse estable.

La puerta se abrió entonces por quizás primera vez en ese día, su mirada giró ligeramente hacia la puerta por donde ingresaba una persona.

Lo primero que vio fueron unos pantalones oscuros, una camisa de botones y una corbata ligeramente desajustada, incluso aquel suéter marrón tipo vest se le hizo en extremo familiar, al punto de hacer que su corazón se aceleraba.

—¿Spencer?

Entonces la luz iluminó por completo a aquella persona y la castaña sintió que el aire se le quedaba en la garganta, cuando la imagen del rostro  de Jim había parecido frente a ella.

Todo lo que usaba y demostraba aquel día era una muy elaborada interpretación del doctor.

El hombre avanzó hacia ella con una sonrisa forzada, que parecía casi una burla del gesto amable que Reid solía tener. Mia trató de sentarse, pero la cadena apenas le permitió moverse unos centímetros.

—Buenos días, Ángel —dijo Jim, imitando incluso el tono de voz del genio.

Mia sintió una mezcla de náusea y rabia al escucharlo usar ese apodo mientras fingía ser su novio..

—¿Qué demonios estás haciendo?— preguntó con molestia, disintiendo como sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas

Jim inclinó la cabeza ligeramente, adoptando un gesto pensativo que era una copia exacta del que Spencer hacía cuando algo complejo pasaba por su mente.

—¿Qué estoy haciendo? Estoy dándote lo que necesitas— A pesar de que había intentado mantener su mal teatro, su molestia era más evidente— Él no te merece, ¿sabes? Spencer Reid nunca será capaz de entenderte, cuidarte o amarte como yo lo hago.

Se acercó hasta donde la castaña estaba, sentándose en el lugar, Mía no pudo evitar el retroceder en la misma cama mientras lo observaba, aún con sus ojos llenos de lágrimas.

—Esto no es normal. No es sano. —Movió su cabeza de un lado a otro mientras lo observaba — Estás completamente desconectado de la realidad, Jim.

Jim solamente comenzó a reír, un sonido que a la castaña le produjo solamente miedo, sintió como se le erizaban cada uno de los vellos de su cuerpo.

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𝐄𝐥𝐲𝐬𝐢𝐚𝐧 - 𝐒𝐩𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫 𝐑𝐞𝐢𝐝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora