El día del alta de Marie fue recibido con una mezcla de alivio y esperanza. La habitación del hospital, que había sido su refugio durante una semana, se sentía extrañamente vacía mientras Charles y Carlos terminaban de empacar las pocas pertenencias que habían acumulado. Para ambos padres, el solo pensamiento de regresar a Mónaco con su hija sana y fuera de peligro era un bálsamo para el alma, aunque sabían que el proceso de recuperación aún estaba lejos de terminar.
Marie, sentada en la cama con ropa cómoda que Carlos le había ayudado a elegir, miraba a su alrededor mientras jugaba distraídamente con las mangas de su sudadera. Aunque los moretones en su rostro comenzaban a desvanecerse y la pequeña herida en su mejilla mostraba señales de sanación, cada vez que movía su cuerpo, un recordatorio punzante del accidente la hacía detenerse.
— ¿Lista para irnos, princesa? —preguntó Charles, entrando a la habitación con una sonrisa suave, aunque sus ojos todavía reflejaban el cansancio de los días anteriores.
Marie asintió, aunque algo en su mirada denotaba inquietud.
— Sí... quiero estar en casa.
Carlos apareció detrás de Charles empujando una silla de ruedas, una medida que el hospital había insistido en tomar para evitar que Marie se esforzara demasiado.
— Vamos, cariño. No te preocupes, te prometemos que este será el último paseo en silla de ruedas que tendrás que soportar.
— No es la silla lo que me molesta.—murmuró Marie mientras Carlos la ayudaba a sentarse con cuidado.— Es todo lo demás.
Charles se arrodilló frente a ella, colocándole una mano en la rodilla con ternura.
— Marie, lo importante ahora es que estás bien. Todo lo demás puede esperar.
Marie lo miró, sus ojos cargados de algo entre frustración y tristeza, pero no respondió. En silencio, Carlos ajustó los reposapiés de la silla antes de inclinarse para besarle la frente.
— Te llevaremos a casa, pequeña. Ahí estarás mucho mejor.
Cuando la familia se acercó a la salida del hospital, se toparon con un panorama que ninguno había anticipado. Una multitud de reporteros y paparazzis se había reunido fuera de las puertas principales, cámaras y micrófonos listos para captar la "gran exclusiva". La noticia de la recuperación de Marie y su alta se había filtrado, y ahora todos querían un vistazo de la familia que había estado en el ojo del huracán mediático durante una semana.
Uno de los reporteros más conocidos, Julien Dupont, estaba transmitiendo en vivo desde una esquina ligeramente alejada de la entrada principal. Con un micrófono en mano y una expresión seria, relataba.
— Nos encontramos aquí fuera del Hospital Parque Farrer, donde Marie Sainz Leclerc, hija de los pilotos Charles Leclerc y Carlos Sainz, acaba de ser dada de alta tras el terrible accidente que conmocionó al mundo del automovilismo. Aunque los detalles sobre su estado han sido manejados con extrema discreción por su familia, sabemos que la joven piloto viajará hoy de regreso a Mónaco. Como pueden ver detrás de mí, la familia está saliendo del hospital en este momento.
Las cámaras giraron para captar a Charles y Carlos empujando cuidadosamente la silla de ruedas de Marie mientras un grupo de guardias de seguridad intentaba contener a los reporteros más insistentes. Aunque Charles mantenía la cabeza erguida, se podía ver la tensión en su mandíbula, mientras Carlos, más acostumbrado a lidiar con los medios, caminaba con una expresión de calma tensa.
— ¡Marie ¿cómo te sientes tras el accidente?— gritó un reportero, apuntando su micrófono hacia ellos.
— ¡Charles, unas palabras sobre el estado de tu hija!.— añadió otro.

ESTÁS LEYENDO
❝𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫❞
FanfictionMarie Sainz Leclerc era un nombre que resonaba con fuerza en el mundo del automovilismo. A sus dieciocho años, la joven piloto no solo llevaba en sus venas la pasión por las carreras, sino también el legado de dos de los nombres más aclamados de la...