XVI

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El día de clasificación en España había llegado y para Marie era algo especial. No solo por la importancia de la carrera, sino porque España siempre había sido como su segundo hogar. Crecer entre Mónaco y Madrid la había convertido en una chica con un amor especial por la cultura española. Todo en el ambiente le recordaba a su infancia: la comida, el idioma, las vibras. Sin embargo, hoy no había espacio para la nostalgia. Había una clasificación que ganar.

En el hospitality de Ferrari como era costumbre, Pato estaba sentado cómodamente, disfrutando de un plato de churros con chocolate mientras veía a su mejor amiga ajustarse los guantes con cara de concentración.

- ¿Sabes? Si te pones más seria, vas a asustar a las demás pilotos.- el mexicano rompió el silencio con su clásico tono burlón.

Marie lo miró de reojo.

- Si asustarlas me da la pole, voy a hacerlo. ¿Y tú? ¿No tienes que estar en tu propio hospitality molestando a tu equipo?- preguntó mientras terminaba de prepararse.

Pato fingió indignación, llevándose la mano al pecho como si lo hubieran herido.

- ¿Y dejarte aquí sola? Ni loco. Necesitas mi apoyo emocional. Yo soy como tu terapeuta personal gratis, qué suerte tienes.

-Oh, claro. ¿Te refieres al apoyo emocional o hacerme bullying? Porque en eso eres experto.- Marie rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír.

Pato le lanzó un cojín, que Marie esquivó con facilidad.

- Bueno, princesa de Ferrari relájate. Todo va a salir bien. Además, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que quedes segunda? Qué drama.- dijo, estirándose en el sillón.

- Te recuerdo que en karting te gané como diez veces. No me subestimes, Verstappen.- Marie se acercó, cruzando los brazos frente a él.

Patricio se encogió de hombros con una sonrisa.

- Eso fue hace siglos. Yo ni sabía amarrarme las zapatillas. Además, los campeones evolucionan. Tú... sigues siendo igual de intensa.

- Y tú sigues siendo insoportable. -Marie le dio un pequeño empujón en la cabeza.- Por cierto, si no dejas de comer churros, tu mono de carrera va a necesitar una talla más.

Pato abrió los ojos como platos, mirando su plato y luego a Marie.

-¿Insinúas que no soy fit? ¿Que mis abdominales de acero son un mito? -preguntó con dramatismo.

-No sé, Pato. Lo que digo es que entre esto y el buffet del hospitality, quizá el tío Max te empiece a llamar "Patito de goma".- dijo con burla mientras el mexicano la miraba con falsa indignación.

- ¿Sabes qué? No te preocupes por mi dieta. Mejor preocúpate por no terminar fuera de pista como Latifi.

Marie dejó de reír, fingiendo una expresión seria.

- Wow, qué bajo Pérez. ¿Sabes qué? Cuando gane la pole, voy a dedicarte un mensaje en el radio.

Pato se levantó y la señaló dramáticamente.

- Yo siempre creo en ti. Solo te hago bullying porque si no, te subirías demasiado el ego.

Marie suspiró, recogiendo su casco y comenzando a caminar hacia la zona de pilotos.

- Claro que siempre crees en mí. Soy literalmente mejor que tú en todo.- dijo mientras se colocaba el casco.- Nos vemos después, Pérez.

- No me odies porque soy guapo y talentoso.- gritó Pato detrás de ella.

- No te odio. Me das pena.- Marie le mostró un pulgar arriba sin mirar atrás, mientras Pato se reía.

Cuando llegó a su monoplaza, Marie no pudo evitar sonreír. Era un ritual. Pato siempre estaba ahí, molestándola y relajándola al mismo tiempo. Era su forma de decirle que creía en ella, incluso cuando sus palabras decían lo contrario.


❝𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora