XLI

149 24 33
                                    

La noche en Singapur estaba iluminada por los destellos de las luces que rodeaban el circuito callejero creando un ambiente único y emocionante. Era una de las carreras más esperadas de la temporada, conocida por su complejidad y belleza. Marie, con su monoplaza preparado y lista en la P4, estaba llena de nervios y emoción. Había entrenado horas en el simulador para entender cada curva traicionera y prepararse para el desafío. A pesar de la presión, su espíritu competitivo estaba intacto.

Antes de que la carrera comenzara, Charles y Carlos estaban con ella en los pits. Charles la abrazó con fuerza, tratando de transmitirle confianza, pero no podía evitar sentir un mal presentimiento que le erizaba la piel.

— Hija, recuerda todo lo que practicamos. Mantén la calma en las curvas difíciles y no dejes que la presión te saque de tu ritmo.— dijo Charles, mirándola a los ojos con una mezcla de orgullo y preocupación.

Marie asintió, sonriendo.

— Lo sé, papá. Gracias por estar aquí, de verdad significa mucho para mí.

Carlos se acercó y puso una mano en su hombro.

— Eres increíble, Marie. Ya lo has demostrado muchas veces. Ve y disfruta de esta carrera. Pase lo que pase, estamos contigo.

Marie les dio un último abrazo antes de subirse al monoplaza.

— Los quiero, papás. Gracias por todo.

Eso último dicho por Marie, le dejo un mal sabor de boca a Charles pero decidió no prestar mucha atención a ello y se fue con su esposo a una zona donde poder ver mejor la carrera. Y aunque pensó en ir a buscar a George para saber si había averiguado algo, no lo hizo porque quería estar viendo la carrera. Ya cuando esta terminará buscaría al británico.

Desde el inicio, Marie mostró un rendimiento impecable. Tomaba las curvas con precisión, siguiendo al pie de la letra los consejos de sus padres y su propio instinto. La tensión era palpable en los pits, pero Charles y Carlos no podían evitar sentirse orgullosos al verla manejar con tanta destreza en un circuito tan complicado.

Los comentaristas no tardaron en elogiarla.

— ¡Qué impresionante lo de Marie Sainz! Este circuito es un desafío hasta para los más experimentados, pero ella lo está manejando como una veterana.

Definitivamente, tiene el talento en las venas. Una gran actuación hasta ahora, consolidando esa P4 con firmeza.

Todo iba bien hasta la vuelta veinticuatro. Marie estaba en un ritmo perfecto, pero entonces ocurrió lo inesperado. Una piloto detrás de ella perdió el control cuando su monoplaza sufrió un pinchazo y en un intento por corregir, chocó contra el monoplaza de Marie.

El impacto fue inmediato y brutal. El monoplaza de Marie giró violentamente fuera de control, saliéndose de la pista y chocando contra la barrera de protección. La fuerza del impacto hizo que el coche se volcara, quedando boca abajo y visiblemente destrozado.

En los pits, Charles pegó un grito desgarrador al ver el accidente desde el monitor.

— ¡Marie!— gritó, poniéndose de pie de un salto. Su rostro estaba pálido y sus manos temblaban mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder.

Carlos estaba igualmente conmocionado.

— ¡¿Esta ella bien?!— preguntó con urgencia hacia uno de los ingenieros.

— Lo sentimos, pero... la radio no funciona.— contestó el ingeniero visiblemente preocupado.

— ¿Como que no funciona?— exclamó el español, su voz llena de desesperación.— Haz algo para saber si esta bien.

❝𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora