Charles Leclerc nunca olvidaría el día en que su vida cambió para siempre. Había sido una decisión espontánea visitar aquel orfanato en Mónaco, pero desde el momento en que cruzó sus puertas, algo en su corazón le dijo que encontraría allí una pieza clave de su destino. No sabía cómo explicarlo, pero lo sintió profundamente. Caminaba por los pasillos con pasos lentos, observando a los pequeños que jugaban y reían, mientras las cuidadoras le hablaban de la importancia de darles un hogar. Sin embargo, sus ojos se detuvieron cuando llegó al rincón más tranquilo de la sala, donde una cuna sencilla resguardaba a un pequeño ser.
Ahí estaba ella. Una bebé de apenas dos meses, envuelta en una manta blanca, con suaves mechones de cabello castaño y unos ojitos verdes que parecían brillar como esmeraldas. Su mirada inocente, fija en él como si lo reconociera, lo dejó sin palabras. En ese instante, Charles sintió algo que nunca antes había experimentado: un amor puro y protector que brotó desde lo más profundo de su ser. Era como si una chispa de luz hubiera encendido un rincón de su alma que ni siquiera sabía que existía.
— ¿Cómo se llama?.— preguntó Charles con un hilo de voz, incapaz de apartar los ojos de la pequeña.
— Aún no tiene un nombre asignado. La llamamos pequeña, simplemente.— respondió la cuidadora con una sonrisa cálida.
Charles se inclinó lentamente hacia la cuna, alargando su mano con cuidado hasta rozar las diminutas manitas de la bebé. Ella, como si lo reconociera, envolvió uno de sus dedos con su manita y Charles sintió cómo el mundo entero se detenía. Todo lo demás dejó de importar. En ese instante supo que estaba frente a su hija.
— Marie.— susurró, sin siquiera pensarlo. El nombre salió de sus labios como si hubiera estado esperando a ser pronunciado.— Su nombre es Marie.
Desde ese día, Marie se convirtió en el centro del universo de Charles. Adoptarla fue el paso más natural para él; no había duda en su corazón de que ella era su hija, su pequeña luz. Cada día, desde que la llevó a casa, Charles se maravillaba de cómo alguien tan pequeña podía llenar su vida con tanto amor y alegría.
Marie creció rodeada de cuidados y atenciones. Charles la mimaba de todas las maneras posibles, pero siempre con un amor sincero que buscaba darle lo mejor. Una de sus actividades favoritas era vestirla con hermosos vestidos y adornar su cabello con pequeños broches y lazos que compraba con entusiasmo cada vez que veía algo que le recordaba a ella.
— Mira ma petite este vestido es perfecto para ti.— le decía mientras sostenía un vestido rosa con pequeños bordados en forma de flores. Marie, que apenas tenía tres años, se reía y aplaudía emocionada de ver las elecciones de su papá.
— ¿Es para mí, papá?.— preguntaba con su vocecita dulce, mientras sus ojos verdes brillaban de emoción.
— Por supuesto, cariño. Todo lo que hago es para ti.— respondía Charles, inclinándose para besar su frente.
Vestir a Marie era como un ritual para él. Con sumo cuidado, le cepillaba el cabello, asegurándose de que quedara impecable y luego colocaba un lazo o un broche que combinara perfectamente con su atuendo. Cada vez que terminaba, se alejaba un paso para admirar su trabajo.
— Eres la niña más hermosa del mundo, ¿lo sabías?.— le decía, completamente embelesado.
— ¡Soy como una princesa, papá!.— respondía Marie, girando sobre sí misma mientras su vestido se esparcía como un abanico.
Charles reía y asentía.
— Eres mi princesa, siempre.
La salud y el bienestar de Marie eran su prioridad absoluta. Cada vez que su hija se sentía mal o estaba triste, Charles sentía como si su propio corazón se rompiera. Recordaba una noche en particular, cuando Marie, de cinco años, tuvo fiebre. Charles pasó toda la noche sentado a su lado, con un paño húmedo en la mano, cuidándola como si fuera lo único importante en el mundo.
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❝𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫❞
FanfictionMarie Sainz Leclerc era un nombre que resonaba con fuerza en el mundo del automovilismo. A sus dieciocho años, la joven piloto no solo llevaba en sus venas la pasión por las carreras, sino también el legado de dos de los nombres más aclamados de la...