Esa noche, después de la agitada jornada y de las emociones intensas de la rueda de prensa, Marie decidió llamar a sus padres. Revisó la hora varias veces, queriendo evitar molestarlos por la diferencia horaria entre Alemania y Australia. Finalmente, al ver que era una buena hora, inició la videollamada. Apenas sonó un par de veces antes de que Charles contestara, visiblemente emocionado.
— ¡Marie!.— exclamó su padre, su rostro iluminándose al verla en pantalla.— ¿Estás bien? Cuéntame todo, ¡quiero saberlo todo! ¿Ya cenaste? ¿Te has hidratado bien? ¿Te pusiste bloqueador hoy? ¡Ya sabes que es importante!
Marie soltó una risa suave ante la avalancha de preguntas de su padre, respondiendo con paciencia y una sonrisa.
— Sí, papá, ya cené. Me he hidratado bien, te lo prometo. Y sí, también me puse bloqueador.— contestó con un tono calmado, aunque con una sonrisa divertida por la preocupación de Charles.
En ese momento, Carlos apareció en pantalla junto a Charles, saludándola con una sonrisa y lanzándole un gesto de paz.
— ¡Hola, campeona! Hiciste un gran trabajo consiguiendo ese cuarto lugar.— saludó y felicitó, alzando la mano.— ¿Cómo fue el día? ¿Todo bien? Cuéntanos.
Marie se alegró de verlos y comenzó a contarles, tratando de omitir los detalles desagradables de la jornada. Les habló de la carrera, de las emociones que había sentido al obtener el segundo lugar en su debut, de cómo se sentía en el equipo y lo agradecida que estaba por la oportunidad. Pero cuando intentó desviar la conversación hacia algo más alegre, Charles la miró con ojos atentos y serios.
— Marie... vimos la entrevista.— le dijo Charles, con el ceño ligeramente fruncido.— Ese periodista fue... bastante desubicado, por decirlo de alguna manera.
Marie intentó sonreír, restándole importancia.
— Oh, papá, no fue tan grave. Solo... solo fue una pregunta tonta.— contestó, encogiéndose de hombros.— No vale la pena molestarse por eso, ¿verdad?
Carlos intervino, visiblemente molesto, aunque trataba de mantener la calma.
— No, Marie, no fue solo una pregunta tonta. Ese tipo no tenía derecho a hablarte así. Mira, te aseguro que si lo vuelvo a ver en una rueda de prensa, tendrá que pensárselo dos veces antes de preguntar cualquier tontería.
Marie suspiró, sintiéndose algo vulnerable en ese momento. Por más que intentara ser fuerte, no podía evitar ser sentimental y un tanto sensible, un rasgo que, sin duda, había heredado de Charles. Las palabras hirientes del periodista y las actitudes de algunas pilotos habían calado en ella más de lo que había querido admitir, y, casi sin darse cuenta, unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
— Es que... no sé, papá... yo... —comenzó, con la voz quebrada.— Es como si... como si todos estuvieran esperando que falle. Algunas pilotos creen que estoy aquí solo por ustedes, y eso duele. He trabajado tanto, y aun así, siento que nadie ve mi esfuerzo, solo ven mis apellidos. No pensé que sería tan difícil...
Charles y Carlos intercambiaron una mirada, sus corazones apretados al ver a su hija tan afectada. Era evidente que Marie también los extrañaba; era su primera vez lejos de ellos por tanto tiempo y a pesar de estar lista para volar por su cuenta, la transición no dejaba de ser dura.
Charles le sonrió con ternura y acercó el rostro a la pantalla, tratando de consolarla.
— Marie mon chérie, escúchame. Lo que los demás digan o piensen no define quién eres. No te preocupes por eso, ¿sí? Nosotros sabemos cuánto has trabajado para llegar aquí. Eres fuerte, eres talentosa, y no necesitas demostrarle nada a nadie más. Hazlo por ti, no por ellos.
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❝𝐒𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫❞
FanfictionMarie Sainz Leclerc era un nombre que resonaba con fuerza en el mundo del automovilismo. A sus dieciocho años, la joven piloto no solo llevaba en sus venas la pasión por las carreras, sino también el legado de dos de los nombres más aclamados de la...