Capitulo 118: Disputa Fronteriza de Oregón (1)
Los líderes del gobierno revolucionario de Haití decidieron seguir el consejo del "maestro". No veían otra opción.
Haití contactó con el Imperio Mexicano, que había conquistado la República Dominicana, y la respuesta de México fue sorprendentemente amistosa.
—¡Una revolución! Han logrado algo realmente impresionante.
Aunque fueran palabras diplomáticas, al menos significaba que no los veían como enemigos. El inicio no parecía ser malo.
—Maestro, ¿podría traducir para mí?
—Por supuesto.
Martín, el presidente interino del gobierno revolucionario de Haití, explicó cautelosamente las razones de su acercamiento.
—El gobierno revolucionario de Haití no tiene la intención de negar la deuda que México adquirió de Francia. Sin embargo, es imposible pagar una suma tan grande, por lo que nos gustaría negociar.
—¡Oh! Me alegra ver que esta conversación se dirige en una dirección productiva. ¿Podrían explicarme los términos de esa negociación?
El diplomático mexicano había pensado que tal vez estos revolucionarios radicales intentarían simplemente negar la deuda. Sin embargo, la propuesta resultó ser sorprendentemente moderada, lo que lo llevó a escuchar más detalles.
—Nos gustaría ceder ciertos derechos, como los de explotación minera y monopolios comerciales en Haití, a cambio de la condonación de la deuda. Además, proponemos que si Haití logra pagar la deuda, podamos recuperar esos derechos en el futuro.
El maestro, quien estaba traduciendo, añadió:
—Para México también sería beneficioso que Haití se desarrollara lo suficiente para poder pagar la deuda principal en lugar de mantenerse tan pobre que ni siquiera pueda cubrir los intereses.
—Hmm... Es una propuesta interesante, pero los derechos mineros y comerciales que mencionan son insuficientes. Como saben, el total de la deuda es de 250 millones de pesos.
El lado haitiano siguió enumerando los derechos que estaban dispuestos a ceder, pero la respuesta del diplomático mexicano fue fría.
—¿Cuánto creen que pueden reducir la deuda con esos derechos? Si quieren una reducción significativa, tendrán que ceder algo tan importante como los derechos diplomáticos.
Cuando el maestro tradujo esto, el ambiente en la sala se volvió tenso.
Martín se enfureció por un momento, pero se contuvo y respondió:
—Los derechos diplomáticos son parte de nuestra soberanía. No podemos ceder eso bajo ninguna circunstancia.
Ni siquiera podían mostrar enojo. Después de todo, habían sido ellos quienes primero propusieron ceder derechos a cambio de la condonación de la deuda.
—...De acuerdo. Entonces, ¿qué les parece esto? Proponemos que nos concedan los derechos para construir ferrocarriles. ¿Saben lo que es un ferrocarril, verdad?
Así, continuó el humillante proceso de negociación.
—Está bien. ¿Qué valor nos ofrecerán por eso?
Aunque era humillante, debían vender todo lo posible para poder pagar tanto los intereses como el principal de la deuda, y al mismo tiempo permitir al gobierno implementar al menos políticas mínimas de desarrollo.
Martín sintió la tentación de abandonar la sala de negociación decenas de veces, pero al mirar a sus compañeros, que también aguantaban en silencio, se contuvo.
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Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano
Historical FictionMe convertí en el príncipe heredero. "Si hubiera sabido esto, habría ido a Inglaterra o a Estados Unidos." Ah- Suspiré profundamente. Era un joven común al que le gustaban los juegos de historia. En los juegos de historia aparecen muchos países, per...